No me digas que soy floja si estoy criando en casa
Con mi esposo habíamos decidido que lo mejor para nuestros hijos era que yo me quedara en casa con ellos, por lo menos hasta que el bebé estuviera en edad para ir a la guardería. Fue una decisión difícil, considerando que en esta sociedad es muy complicado sobrevivir con un sueldo y, sobre todo, con una sociedad que califica a una mujer que decidió quedarse en casa como “vaga”.
La clásica pregunta: “¿En qué trabajas?” - “Me dedico al hogar”. - “¡Ah! No trabajas”. - “Fuera de casa, no; con un salario mensual, no; pero trabajo en casa, me dedico a mis hijos, a mi esposo a mi hogar, a mi familia”.
Sí, mi casa no está ordenada, muchas veces no alcanzo a lavar todos los platos, por donde camino hay juguetes, pero ¿sabes una cosa? Mis hijos crecen felices. ¿Porque el tema de fijarte en lo que hay alrededor? ¿Por qué no solo te fijas en que mis hijos están creciendo felices y seguros? ¿Por qué te empeñas a tratarme como una persona que no hace nada de su vida, cuando estoy entregando mi vida a lo que para mí es más importante, mi familia?
¿Cuándo dejarás de fijarte en las cosas materiales que no tengo? ¿Por qué el éxito debe ser medido con dinero? ¿Por qué el éxito no puede ser la paz que tenemos como familia? Sí, he decidido que mis hijos crezcan valorando el amor que les hemos dado, la confianza para que, aunque sean muy pequeños, salgan adelante.
¿Por qué te dedicas a juzgarme sin siquiera conocerme? ¿No se me permite decir que estoy cansada, no tengo derecho? ¿Cómo voy a estar cansada si solo paso en casa?
“¡Que rica vida la tuya! Yo quiero un esposo como el tuyo, que le vaya súper bien en el trabajo y yo tener que quedarme en la casa. Yo con gusto le lavo, le plancho, le tengo la comida lista, si me va a mantener así, yo feliz”. Esos son los comentarios que retumban en mi cabeza, aunque pienses que no los escucho, yo estoy ahí presenciando cómo me haces menos, porque es él quien tiene que sacrificarse y salir a trabajar mientras yo me quedo en casa posiblemente “durmiendo” o viendo “la novela”.
Nunca te detuviste a preguntarme: “¿Cómo te sientes?” Nunca me dijiste: “Lo estás haciendo bien”. Siempre estaba la crítica, no me considerabas buena madre. Cuántas noches lloré en silencio, cuántas noches lloré en hombro de mi esposo, cuántas veces me detuve a ver a mis hijos dormir y solo pensaba: “Espero estar haciendo bien las cosas”.
Me aferré a mi familia, a mi esposo, que siempre estuvo ahí para recordarme que lo que importaba éramos nosotros, nuestra familia de cuatro. Recordábamos nuestro propósito; bastaba con ver a nuestros hijos felices para saber que lo estábamos logrando.
Tú, que estás leyendo esto y te estás sintiendo identificada, puedo decirte: “Lo estás haciendo bien”, y créeme que siempre valdrá la pena el tiempo que pasaste con tus hijos. Solo mira sus ojos, mira esa sonrisa, mira el tiempo invaluable que pasas con él/ella. No dejes tus sueños atrás, que ellos sean la motivación para cumplir tus objetivos. Si yo no tuviera hijos, no estaría compartiendo mi experiencia.
Para ti, mamita, que estás leyendo y que trabajas fuera y dentro de casa, y estás diciendo: “Pero si yo hago todo”, déjame decirte que te admiro y respeto.
También mi admiración y respeto para aquellas madres solteras que salen adelante con sus hijos. No debe ser fácil dejarlo varias horas para tener que ir a trabajar duro para poder llevar un pan a tu hogar, te admiro.
Y para ti, que estás leyendo y no estás de acuerdo conmigo, solo puede pedirte una cosa: RESPETO. No quiero que pienses igual que yo, solo pido que me respetes, que cada vez que quieras opinar acerca de una madre, ama de casa, como quieras llamarla, pienses bien en lo que dices.
Piensa dos veces antes de llamarme vaga, o de llamar así a cualquier mujer que haya decidido quedarse a criar a sus hijos en casa, porque esos niños que tú miras serán los que gobiernen el mundo mañana. Esa es mi inversión para un mundo mejor: enseñar con amor y respeto, invertir mi tiempo y mi vida, en mi familia. Es mi manera de cambiar el mundo.
Autor: M. Isabel Terán Andrade.