Mamá, ponte el maldito bikini
Póntelo, no importa cómo se te vea, no importa si se asoma una pancita que antes no estaba ahí, no pasa nada.
Sé que has estado viéndote con culpa y miedo al espejo por meses desde que supiste que harías este viaje y que hoy lo has vuelto a hacer, te has puesto el bikini por encima pero no te has atrevido a ponértelo en serio.
¿Acaso tu cuerpo que ha dado tanto por ti no se merece sentir un poquito de amor y agradecimiento? Sé que es difícil aceptar que ha cambiado, que ya no volverá a ser el mismo aunque regrese a la talla de siempre, porque yo ya estuve ahí.
Después de subir 20 kilos y no poder bajarlos en 2 años y una estrías que jamás se desvanecerán, no quería ni que me viera mi marido. Pasar frente a un espejo desnuda era horrible, no solo porque lo que veía no me gustaba para nada, sino porque sentía asco y una negación completa de saber que en eso me había convertido.
Estaba tratando mi cuerpo como si el desgraciado no hubiera hecho nada más que engordar a lo loco o estirarse hasta romperse la piel, como si ese proceso no hubiera traído nada bueno, como si lo que hizo hubiera estado mal.
Tuve que parar porque el amor que sentía por mi en esos momentos estaba por el suelo. Por un lado agradecía el haberle dado vida a mi hija, pero por el otro deseaba que mi piel hubiera sido más flexible para no romperse. Deseaba no tener que haber engordado tanto hasta que descubrí que tenía un desajuste hormonal.
Empecé a mirarlo como un guerrero, comencé a ponerme de nuevo lencería sexy, volví a dejar que mi esposo me viera con la luz prendida, empecé a caminar para que tuviera fuerzas de nuevo y comencé a eliminar los pensamientos de asco hacia mi cuerpo y los cambié por agradecimiento.
Mi prueba de fuego fue un bikini, sí con el talle alto porque esa pancita que me quedó aún no me hace sentir muy cómoda, pero con el espacio suficiente para mostrar mis llantitas de la espalda, mis brazos flácidos, mi celulitis y mis senos caídos después de la lactancia.
Lo mismo se hubiera visto con un traje completo, pero quise volver a ponerme uno como prueba a mi misma de que la ropa, en especial los trajes de baño, no son para únicamente para las flacas con abdomen marcado y piernas firmes.
La diferencia a cómo me veía hace 3 años es enorme, hoy sé que no volveré a estar así, a menos que Maribel Guardia me pasé su secreto, pero también ya me importan más otras cosas respecto a mi figura, como estar saludable porque quiero vivir muchos años, conectarme con mi cuerpo y escucharlo para atenderlo debidamente, sentirme bien conmigo misma, no importa si se me sale la lonja.
Así que ponte el bikini, porque además le estarás dando una lección importantísima a tus hijas acerca de aceptarse como son.