No le digas a tu hijo “no llores”
Imagina esta escena, vas caminando por la calle de la mano de tu pequeño hijo, él se tropieza y comienza a llorar, tu reacción inmediata es levantarlo, abrazarlo y decir las siguientes palabras: “no llores”, “no paso nada”, “estás bien”.
Cuando evidentemente no está bien y es importante que comencemos a hacer cambios en lo que expresamos para no impactar en la forma en la que ellos expresan y expresarán sus emociones.
No solo decimos no a la conducta, también al niño y a sus emociones. El mensaje que les mandamos es que es malo llorar y entonces está bien negar sus sentimientos y no expresarlos o expresarlos de otra forma, muchas veces violenta. Esto sin duda, tiene graves implicaciones en su desarrollo y en el de la sociedad.
Las consecuencias sobre esta frase pueden ser, además: baja autoestima, se rompe la comunicación y el vínculo, prolonga el malestar, niega la posibilidad del autoconocimiento y promueve que sea una persona reprimida y afecte su convivencia con otros niños.
Estas acciones las hemos normalizado con el paso de los años, ya que reproducimos la educación o mensajes que recibimos por parte de mamá y papá. Por ello, es importante ayudarles a identificar las causas de su llanto, nombrar y canalizar sus emociones, para favorecer su capacidad de aceptación y regulación.
A continuación te compartimos algunas frases que puedes decir en lugar de “no llores”:
- “Llora todo lo que necesites”
- “Entiendo que estás triste, enojado, molesto”
- “¿Qué sientes?”
- “Te escucho”
- “Puedes hablar conmigo”
- “Lo que sea que pase, te ayudaré a resolverlo”
- “¿Quieres contarme qué sucede? Estaré aquí para platicar cuando te sientas listo”
- “Estoy aquí para ti”
- “Vamos a solucionarlo juntos”
Hacer estas modificaciones en familia nos brinda herramientas para llevar a cabo una crianza desde el amor, la comprensión y el respeto al proceso evolutivo de nuestros hijos, verás que será muy notorio la próxima vez.