Carta a la mamá que le tocó vivir con sus suegros
Cuando te casas, visualizas a tu nueva familia en tu propia casa, con tus propias reglas y siendo dueña y señora de tu cocina, pero la realidad no siempre es así.
A veces la situación económica te obliga a compartir el techo con tus papás o tus suegros, y aunque parezca que todo saldrá bien, a la larga los problemas se vuelven tan pesados que la sola convivencia es insoportable.
Una suegra que todo el tiempo está viendo cómo usas su cocina, dándote opiniones acerca de lo que deben de comer tus hijos, haciéndote sentir menos porque no sabes hacer un arroz y pavoneándose con tu marido de que ella es mejor esposa que tú, nunca será sano.
Mientras tú, en una casa en la que todo te es ajeno, buscas crear tu propia familia.
A veces te desespera sentir que no puedes sentarte en el sillón cómodamente y que la mesa en la que comes todos los días jamás tendrá tus flores favoritas, que no podrás pintar las paredes de otro color y que tus hijos no tendrán su propia recámara.
Otros días fantaseas con la ilusión de mudarte, buscas todo tipo de proyectos y trabajos que un día te permitan salir de ahí, pero la realidad muchas veces se te estampa en la frente y pierdes toda la esperanza.
Por otro lado sientes que tu marido jamás hará el esfuerzo, porque para él todo es más cómodo,-pues no ha salido de casa-, y hasta lo ves cómo disfruta sentarse a ver la tele con su mamá, mientras tú estás en la orilla de la cama esperándolo.
Vivir con los suegros es un desafío gigante, aceptar consejos que no has pedido, tragarte los enojos porque “te están haciendo un favor”, bajar la cabeza cuando lo que quieres es imponerte, y muchas otras cosas que pasan sin tu consentimiento sólo hacen que los días sean mucho más tormentosos.
Pero, ¿sabes qué? Un día podrás voltear a ver todo eso con otros ojos, un día podrás decir que eso te hizo más fuerte y reconocerás todas las lecciones que hubo en esa situación.
Espero de corazón que la vida te permita tu independencia, no dejes de luchar por que eso suceda, no dejes de pedir un espacio para ti y tu familia, haz todo lo que esté en tus manos para darles a tus hijos todo eso que te gustaría.
Porque entonces habrá valido la pena haber soportado tanto tiempo a tus suegros.
Y si no es así, aprende a encontrar tu paz en esa casa ajena, pon tus propios límites y trata de ofrecer siempre soluciones para evitarte problemas.
Te abrazo, te entiendo y te deseo un futuro más prometedor.
Por Silvia Ruiz para Naran Xadul