Nadie me dijo lo mucho que me dolería tu dolor
Me dijeron que no dormiría, me advirtieron sobre los berrinches y que siempre debía cargar con snacks por si las dudas. Otras personas me dijeron valientemente que no me perdiera a mí misma en la maternidad, y para ser honesta en eso sigo trabajando.
Me dijeron que crecerías demasiado rápido y que pasaría todo en un parpadeo, pero nadie me dijo que mi corazón estaría enfocado completamente en el bienestar de otra persona, ni siquiera mencionaron que me dolería físicamente su sufrimiento.
Nadie me dijo que le rogaría a Dios que se llevara tu dolor, o que le pidiera a Él que me lo diera a mi en tu lugar. No me contaron de las noches de fiebres altas, ni de las caídas de lugares altos. No me advirtieron sobre la forma en que me buscarías con tus ojitos asustados o lastimados, ni que sentiría que sólo mi presencia cura cualquier herida.
Nadie habló conmigo del rechazo, la exclusión o un corazón roto, ni de la forma en que nos iba a hacer sentir a ambos que tus sentimientos estuvieran en alguna de esas situaciones. Ellos no me contaron que por más buena mamá que sea y todo el esfuerzo que ponga en tu educación no seré capaz de evitar situaciones de dolor, ni regresar el tiempo atrás para protegerte mejor.
Pero si me lo hubieran dicho, si tan sólo alguien me hubiera hablado honestamente de todo esto, de cómo mi corazón estaría vulnerable al convertirme en mamá y de cómo iría por la vida con los pedazos de mi alma afuera de mi cuerpo y lejos de mi control, me hubieran contado de la fortaleza que hay en el corazón de una madre también.
Y me hubieran dicho que sin importar que tan fuerte, obscuro y doloroso que sea el problema, yo encontraría la fuerza necesaria por ti. Que mi amor tendría el poder de enmendar miedos, corazones partidos y que mis brazos serían el lugar más seguro del mundo para ti.
Debieron decirme que haría todo por mantenerte fuera de peligro, y que siempre estaría esperándote, con una curita, con una pomada, con un sana sana, con un beso y un abrazo fuerte, con una mirada, con una mano para agarrarte y hacerte sentir mejor aunque sea por un segundo.
No, nadie me advirtió lo que le pasaría a mi corazón al convertirme en tu mamá, pero puedo prometerte esto: es tuyo, y será constante y fuerte, lleno de amor para que puedas pasar por cualquier obstáculo que esta vida te ponga.
Y cuando las cosas no sean tan simples, yo estaré ahí lista para sentarme a tu lado, para sostenerte, para consolarte, para darte ánimos mientras te ayudo a sanar el dolor.
Porque eso es lo que las mamás hacemos, mi amor, eso es lo que debieron decirme.
Texto traducido de Daylight to Dark