Qué hacer cuando tu hijo no se quiere despedir de beso
Si algo recuerdo de mi infancia, son los besos obligados que tenía que dar cuando llegábamos a cualquier lugar. Para mi mamá no bastaba que saludara con una frase o con mi mano, tenía que ir al lugar de cada quien y darle un beso.
Ahora que soy mamá, siempre he pensado que no quiero hacer eso con mi hija. Los besos no se deben forzar bajo ninguna circunstancia, y si le estoy enseñando a respetar su cuerpo, a marcar límites y a que nadie puede tocarla si ella no quiere, obligarla a despedirse de beso cuando claramente no quiere hacerlo es completamente incongruente.
Pero a la hora de llegar a la casa de los abuelos, y escuchar las frases de “no me quiere saludar”, “ven, dame un beso”, “ay qué grosera, no te voy a dar chocolates si no me das un beso”, se sienten como críticas fulminantes llenas de presión para que yo, la mamá, obligue a la cría a que le de un beso a la tía que no ha dejado de molestarla.
Muchas veces los papás creemos que si nuestros hijos saludan y se despiden de beso, es una señal de que le estamos enseñando modales, y no es así. La realidad es que estamos poniendo los intereses de todos por encima de los de nuestros hijos, cuando somos los adultos los que deberíamos aprender a lidiar con el rechazo y así aceptar distintos tipos de saludos.
Dejemos de normalizar los saludos con besos, incluso entre los adultos.
Y mejor pongámosle atención a lo que realmente importa, como enseñarle a los niños a tener autonomía, a dar consentimiento de su propio cuerpo y a tener alternativas.
No se trata de dejar que los niños hagan lo que quieran, sino de que sepan que si no se sienten a gusto con una persona, no tienen porqué darle beso, pueden chocar las manos o sólo decirlo y con eso debería ser suficiente.
Hay otro tipo de riesgos a los que se pueden enfrentar los niños si sólo les enseñamos que deben obedecer a otros adultos por el simple hecho de ser más grandes. Cuando los obligamos a despedirse de beso y no quieren hacerlo, les estamos enseñando que:
1. No tienen control ni poder de decisión sobre su propio cuerpo.
2. Le enviamos el mensaje de que los adultos pueden tocarlo cuando quieran y como quieran.
3. No importa si se siente inseguro, no lo tomaremos en cuenta.
4. Le impide desarrollar su defensa natural de temor a los extraños.
5. Se ignoran las señales de alerta que el niño está intentando enviar. Por ejemplo, que ese adulto no le agrada o se siente incómodo e inseguro cuando está cerca.
Es importante entender, que así como los adultos, los niños también tienen derecho a no querer aceptar muestras de afecto, y es completamente normal.
Esto no quiere decir que no reconozcas la importancia social de saludar y despedirnos, el saludo es una conducta importante para reconocer al otro pero es igual de válido hacerlo de formas diferentes.
No obligues a tu hijo a dar besos, enséñale que hay otras alternativas a la hora de saludar. No dejes pasar estas oportunidades para explicarle que puede contar contigo, que siempre puede expresar las situaciones que lo hagan sentir incómodo.
Información verificada por: Karen Zaltzman, Pedagoga especializada en Crianza Consciente.