Mamá: ¡no quiero que sea navidad!
Mi pequeña Cristina, de 3 años, no quería que llegara Navidad.
Rarísimo, ¡¿qué niño no quiere que llegue el 25 de diciembre, por Dios?!
—¿Estás segura? ¿Por qué?
—Porque hay nieve.
—¿Y qué pasa con la nieve?
—Mamá, es que no quiero resfriarme.
—Ja, ja… hijita, pero en nuestro país no cae nieve en Navidad. En nuestro país, en Navidad hace calor, sale el sol. Es verano.
—Ah, ya…
¡Hipocondriaca me salió la niña! Bueno, la madre del cordero es, en realidad, su aversión plena, confesa y total a las medicinas. El solo saber que tomará medio mililitro de un jarabe ya la pone de mal humor, la altera y creo que si pudiera hasta la haría escaparse de la casa.
¿Habré sido yo así de niña? No lo recuerdo, pero yendo más al fondo del asunto, quizás es que detesta hacer las cosas por obligación.
Ella necesita entender por qué tiene que bañarse, por qué tiene que arreglar sus juguetes, por qué tiene que comer, para entrar en acción.
¿Se imaginan todas las explicaciones que mi marido y yo tenemos que dar? “Hijita, es que si no recoges tus juguetes, las hormigas se subirán sobre ellos. ¿Quieres que Barbie esté llena de hormigas mañana?”.
Reconozco que muchas veces apelamos al miedo, no al castigo sino a las bacterias, las hormigas, etc., pero sinceramente, al menos yo, no sé qué más decir. “Hijita, tienes que ordenar tus juguetes porque todo en la casa tiene su lugar”.
Yo respondería, “¿Y? Que su lugar sea el suelo, pues”. Ja, ja, soy un desastre para las explicaciones.
Con todo, me gusta esa actitud suya —tan normal a esa edad— de perseverar hasta encontrar no cualquier respuesta, sino una que satisfaga su cuestión.
Cuántas veces pasamos por la vida de manera superficial, sin reflexionar en tantos temas importantes.
El quid del asunto es ese: que algún día se haga muchos porqués valiosos, y no pierda tiempo preguntándose por la inmortalidad de la mosca.
No estoy preparada para tantos porqués, ¡esto no lo estudié en ningún lado! Pero me esforzaré por no dejarla nunca sin respuesta, y tratar de ser lo más real y clara posible….
Aunque tenga que revelar la cruda verdad de que, lamentablemente, las hormigas no juegan con las Barbies… ni se las comerán nunca.
Por: Majo Salazar de Hidalgo
Comunicadora y mamá bloguera
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