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A esa mamá que batalló con la infertilidad

Publicado: 17 de Enero 2019
Vida de mamá
Foto: IG @karenlaragui
Foto: IG @karenlaragui

Logré cumplir el sueño que más trabajo me ha costado: ser mamá. Es por eso que esto es para esa mamá que batalló con la infertilidad. 

No puedo, ¿por qué?, ¿jamás podré? Es lo que más rondaba por mi cabeza cuando mi esposo y yo queríamos ser papás y las pruebas negativas me dejaban claro que algo malo estaba pasando con mi cuerpo.

Cada mes esperaba con ansias que mi periodo no llegara, y cuando lo hacía, para mi era el día más triste del mundo. Me quedaba en casa o salía a trabajar con el ánimo por los suelos. Otro mes más.

Cuando había un retraso, corría feliz a la farmacia esperando ver dos rayitas en la prueba, casi siempre sin éxito. De nuevo estaba en el hoyo, pero en uno más profundo que el de los días que me bajaba.

Odiaba mi cuerpo porque no me podía dar lo que más anhelaba. Pensaba que si todas las mujeres estamos diseñadas para esto y es algo natural, yo tenía un problema grave y serio.

La última vez que tuve un periodo tarde no corrí a la farmacia, sabía que no estaba embarazada y no quería enfrentarlo una vez más con una prueba negativa. Ese día mi esposo me dijo que teníamos que pedir ayuda.

No quería someterme a las hormonas, a llevar un calendario de ovulación, ni tener que presionar de más a mi cuerpo con inyecciones. Pero queríamos un bebé y tal vez esa sería la única forma de lograrlo.

Sabía que someterme a todo ese proceso podría venir de nuevo con malas noticias y no me sentía lista para seguir recibiendo negativas en todos los sentidos.

 

A la mamá que batalló con la infertilidad.
Foto: IG @karenlaragui

 

Por un lado tenía que reconocer que era infértil y recibir ayuda era asimilarlo y aceptarlo en todos los sentidos. Ponerme una inyección más allá de darme esperanza me recordaba lo que mi cuerpo no podía hacer por sí solo.

Sí, estaba en la negativa y en la depresión, porque a veces hay cosas con las que no puedes lidiar, hay cosas que superan tus emociones y no es fácil verle el lado positivo.

Tuve mucha suerte, me embaracé con la primera prueba, no hubo un resultado negativo, no hubo embriones perdidos, no hubo más gastos. Estaba feliz, dispuesta a hacer hasta lo imposible para que ese bebé llegará a término sano y fuerte, pero aún había un miedo latente por saber si mi cuerpo podría.

¿Si no pudo generar un embarazo desde cero qué me asegura que terminará uno? De nuevo, dudas, pensamientos negativos, miedos.

Tuve que superar todo tipo de comentarios, porque la gente es así, de pronto puede hacer preguntas que suenan normales pero para alguien como yo parecían cuchillos directo en el pecho. “¿Para cuándo el bebé? Ya se están tardando”, “Mija yo diría que te apuraras porque al rato ya no vas a poder”, “Felicidades, por fin, y luego luego te avientas por el segundo para que acabes pronto”.

¿Qué podrías contestar? Sí, mira, me estoy tardando porque mi cuerpo no puede, no puedo apurarme porque de hecho ahorita mismo no puedo y no gracias, no sé si me aventaré por el segundo porque gasté todo mi dinero para tener este bebé.

Hoy estoy agradecida por haber logrado tener un bebé, sé que gracias a estos métodos las mujeres podemos tener una segunda oportunidad y creo que yo tuve demasiada suerte en el proceso.

Sé que somos muchas las que luchamos con esto todos los días, las que nos enfrentamos a esos vacíos tan obscuros sin saber si saldremos de ahí algún día.

Sé que nos gustaría que la gente fuera más empática y que tuviera más cuidado con sus palabras porque no es cualquier cosa no poder tener un bebé, ojalá los comentarios no nos hicieran tanto daño.

Soy mamá, pero también fui infértil y eso estará conmigo toda la vida. Eso no me hace menos mamá, solo logré hacerlo de una forma diferente.

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