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¿Por qué elegí el portabebés y no carriola?

Publicado: 13 de Febrero 2018
Primeros meses
Foto: IG @eliana_montoya
Foto: IG @eliana_montoya

​Cuando nació Cristina (bueno, durante todo el embarazo también), usé un tanto compulsivamente Internet para informarme de todo, todito lo que me pudiera ser útil en su crianza, y así calmar mis ansias de tener control sobre lo desconocido y responder dudas como "¿el portabebés es mejor que carriola?

Ahora, con dos hijos, entiendo que fue un sueño de opio  eso de “tener el control”, pero al menos lo intenté.

Un día, me encontré con una imagen donde se explicaban los beneficios de llevar a los bebés en brazos o en un portabebés.

 mama 

¿Seguridad? ¿Calma? ¿Menos gases? Sonó bien. Por fin algo diferente al “déjala llorar y se acostumbrará a estar solita en su cuna”, o al “¡no la acostumbres a brazos!”, frases tan duras cuando lo natural es que, pese al cansancio, una quiera tener al bebé siempre cerca (y sobre todo, que el bebé lo necesite).

Como la imagen era parte de una publicidad de portabebés ergonómicos –en este caso, de algodón y licra–, escribí a la anunciante. De hecho, había visto muchas más marcas, ya que como consumidora informada –que ya casi no soy, ¡no hay tiempo! buahhh– revisé a conciencia el asunto. Pero esa me jaló, me llamó y pregunté por la ventaja diferencial versus la competencia, evalué el user experience –me dedico a temas de Marketing, no puedo evitar trasladarlo a mi vida cotidiana– y, claro, el precio. Así que probé, compré, y fui feliz.

Cuando sentí que Cristina ya estaba grandecita, empecé a usar un mei tai. Ahora, con Rafael de 10 meses, una mochila ergonómica es mi aliada poderosa.

A estas alturas se preguntarán si practico yoga o como alimentos orgánicos, por esos paradigmas de “mamá urbana (funcional, relajada y yuppie) = carriola”, “mamá hippie (casi fusionada con la naturaleza) = fular”. Pero no, todo lo contrario. Tengo dos bellas carriolas que descansan en paz en la sala de mi casa, y una refrigeradora llena de productos pecaminosamente envasados.

Entonces, ¿por qué no me libero y dejo que las ruedas hagan su trabajo?   Porque llevar a mi bebé en brazos es lo más mágico que existe.

Ok, pesa un poco y no se vuela como gorrión, pero… ¿y? Son tan solo unos meses, antes de que el niño empiece a pedir independencia y autonomía.

A menos que tengas un problema de salud, como una hernia en la columna, no pasará nada por unos kilos de puro amor riquísimo que te pongas encima. Es relajante para mamá y bebé, segrega hormonas de felicidad, genera vínculo y hasta cubre los rollitos que quedaron del embarazo.

Ni qué decir del tema de espacio: entrar a la panadería con carriola –sí, de vez en cuando la uso, cuando son rutas largas y siento que mis hijos estarán mejor ahí– es horrible porque la gente me mira con cara de “mejor deja el miniautobús afuera, con los perros que están atados al poste”.

Para mí fue maravilloso conocer esta práctica.

Soy una mamá con transtorno de ansiedad –¿se nota?,  - je  y caminar me hace muy bien. Caminar y respirar. Y qué mejor si lo puedo hacer con mis hijos (primero fue Cris, ahora Rafael). Qué mejor que hacer que conozcan el mundo de mi mano, cerca de mi rostro, oyendo mi voz cantar y con el calor de mi cuerpo protegiéndolos, así que la respuesta a mi pregunta del inicio: ¿El portabebés es mejor que carriola? Sin duda, para mí, sí lo es.   Por Majo Salazar para Naran Xadul Majo Salazar de Hidalgo Majo es comunicadora y mamá bloguera blog: mama-majo.com / facebook.com/lamamamajo Colaboro con: http://www.mamasbloguerasperuanas.com

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