Los días buenos y días malos de ser mamá...
Hay días buenos y días malos. Altas y bajas. Todos vivimos momentos difíciles y simplemente estamos tratando de resolverlo día a día.
En un momento me siento productiva y como una súper mamá y al siguiente siento que estoy fallando en todo.
Hoy fue un día malo. Normalmente, mis hijos son bastante buenos y se portan bien ( en los rangos que se podría esperar de un niño de 4 y de 1 año cuya madre también está haciendo malabarismos trabajando a tiempo completo).
En el momento en que recibo una llamada de trabajo importante, es como si mi falta de atención hacia ellos los desencadenara y los hiciera enloquecer. Ellos no entienden porqué mamá les pide que se callen durante 30 minutos para que mamá pueda hablar o escuchar. Por qué no pedirme una dulce por 50ª vez. Fue un caos total.
Hoy colgué de una llamada, cerré mi computadora al lado del café intacto y ligeramente frío que derramaron sobre la mesa, grité con toda la fuerza de mis pulmones con frustración y simplemente me senté en el piso de la cocina y lloré. Y mis hijos tuvieron que ser testigos de ello.
Tomé esta foto porque quiero recordar los días malos tanto como recuerdo los días buenos. Porque ambos son lo que nos dan forma. Y porque la vida no es todo pastelitos y arcoíris. Algunos días me siento confiada y realizada y otros días solo espero haber amado bien y lo suficiente.
Lo bueno es que estos bebés son resistentes y perdonadores. Y a pesar de los momentos en los que me falta atención o paciencia, sigo siendo su persona favorita. Sabían que mi frustración se dirigía a ellos y ambos lloraron y vinieron directamente a abrazarme. Ellos me abrazaron. No es mi momento de mayor orgullo como mamá, pero fue un momento crudo. Y entonces nos sentamos en el piso y nos abrazamos y me disculpé y me levanté e intenté nuevamente y por hoy, eso es suficiente. Enviando abrazos enormes a todas las mamás, tanto en sus altibajos.
Por kenzireddick, síguela en @kenzireddick