¿Qué mujeres tienen mayor riesgo de desarrollar depresión postparto? Focos rojos y factores de riesgo
El nacimiento de un bebé trae por sí mismo una montaña rusa de emociones. Esto es en parte normal.
Es normal sentir preocupación, nostalgia, alegría, miedo, irritabilidad y una mezcla de todo esto después del parto. Pero estos sentimientos normales son transitorios y no tan intensos que interfieren de una manera importante en el día a día. A pesar de estos cambios, la mamá puede cuidar al bebé y realizar sus actividades diarias. Por lo general, en lo que se adapta a su nuevo rol, estos sentimientos se resuelven por sí solos. A esto se le conoce como “baby blues”.
Cuando todo esto es muy intenso, dura más tiempo, parece no mejorar y los síntomas empeoran ya no es lo que se le conoce “baby blues”. Cuando la mamá parece no disfrutar nada, esto afecta en su vida diaria, en cuidarse a ella misma y a su bebé, y no se resuelve por sí solo, se puede estar desarrollando una depresión postparto. Esta es una enfermedad seria que necesita ser tratada por profesionales.
Una mujer con depresión postparto se puede ver de muchas maneras. Por lo general experimenta sentimientos de tristeza extrema, ansiedad, sentirse exhausta y quizás se le dificulta cuidarse a ella misma y a su bebé.
La depresión postparto no tiene una sola causa, más bien se debe a una combinación de factores físicos y emocionales. No es culpa de la mamá, de lo que hace o lo que no hace.
Algunas razones físicas son: los cambios hormonales que cambian rápidamente después del parto, la falta de descanso y sueño, si la mujer tiene una historia de depresión previa al embarazo y si ha sufrido depresión postparto en embarazos previos. Tener una historia de enfermedad mental ya sea ella o su familia también aumenta la probabilidad.
Si durante el embarazo, la mujer sufrió una pérdida o un cambio fuerte, como un divorcio, la muerte de un ser querido, se quedó desempleada o sufrió violencia, aumenta su probabilidad de desarrollar depresión postparto.
Si el embarazo no fue planeado, si hay un problema de consumo de alcohol o drogas, si fue un parto prematuro o hubieron otras complicaciones, también hay que estar al pendiente ya que aumenta su riesgo.
Aunque existen muchos focos rojos, algunos son: sentimientos de vacío o tristeza que van incrementando; llanto sin razones aparentes; preocupación o ansiedad extremos; estado de ánimo irritable; dormir en exceso o no poder dormir; problemas de concentración y memoria; enojo al bebé o a otras personas; cambios en el apetito; aislamiento de su familia y amigos; dificultad para formar un vínculo con el bebé; duda constante de su capacidad maternal o pensar en dañarse a ella misma o al bebé.
Es importante estar al pendiente de las mujeres que están en mayor riesgo y lograr identificar los focos rojos. Si notas esto en ti o en alguien más lo más importante es pedir ayuda y acudir con un profesional. La familia también puede apoyar con tareas diarias y con el cuidado del bebé.