La importancia de retrasar la gratificación
Cuando era niña y veía la TV, era toda una aventura. No tenía ni idea qué comercial iba a salir; para ver un programa en especial tenía que esperar al horario establecido y tenía que poner mucha atención. Si tenía que ir al baño durante el programa, o me aguantaba o corría -no quería perderme nada-. Si quería algún juguete iba en persona a buscarlo con mis papás en la juguetería. Las películas de Disney salían una vez al año, las cartas que le mandaba a mi abuela a Estados Unidos por correo tardaban meses en llegar. Nací en 1982.
Mis hijos, del 2011 y 2013 viven en una dimensión de este planeta desconocida a cualquiera que creció en los 80's. Pausan, adelantan y atrasan sus programas de televisión a su gusto, si quieren algún juguete saben que existe Amazon y ven todas las opciones en el momento, salen películas infantiles cada mes y le mandan Whatsaap a sus abuelos.
No soy de las personas que creen que “todo era mejor antes”, lo que sí creo es que la gratificación instantánea de la era actual trae consigo dificultades en el desarrollo de la paciencia, de establecer metas a largo plazo y de autocontrol.
A la hora de una crisis es difícil gestionarnos a nosotros mismos y de evaluar los pros y contras antes de hacer algo. Nos cuesta afrontarnos a la incertidumbre de la vida y a la frustración.
¿Entonces, cómo podemos ayudar a nuestros niños a ser tolerantes a la frustración?
FRUSTRÁNDOLOS. No nosotros, pero permitiendo la frustración no intentar resolverles todo, que busquen sus propios recursos cuando las cosas no son como ellos quieren. Que desarrollen la paciencia aprendiendo a esperar (aquí entra nuestra propia gratificación instantánea -es más fácil darles el teléfono para que esperen que aguantar las quejas).
Hay que recordar que todo es un proceso y que la disciplina (amorosa) es un camino que siembra una vida de éxitos.
La disciplina es una forma extraordinaria de amor propio, en la cual postergamos la gratificación instantánea invirtiendo en nosotros mismos. Esto, mamás y papás, se aprende en casa.
Raquel Caspi Miller @psicologia.transpersonal