A mi esposo que decía que quería niños, pero la vida le mandó el regalo de tener hijas
Mi esposo quería varones, por eso ahora es curioso verlo jugando con muñecas y ayudándole a las niñas a subir a los árboles sabiendo que en el fondo él quería niños para que fueran igual que él: amantes del fútbol, rudos y masculinos.
Pero Dios tuvo otros planes para él y llegaron dos corazones a robarle la vida que siempre había soñado por una mucho mejor, o al menos eso es lo que dice él. Ahora ya ni se acuerda de sus ilusiones por tener hijos varones, porque estas niñas han acaparado su mente y su mundo entero.
Ha visto más películas de princesas en estos 5 años que en toda su vida, algunas ni siquiera las vió cuando era un niño. Hay vestidos, ponis, bebés, cobijas, pinturitas y hasta calzones de princesas en la casa, así como uno que otro balón de fútbol que guarda fervientemente para los domingos en el parque. Nuestras hijas corren detrás de un balón tan rápido como cualquier otro niño, siempre y cuando sus tenis sean rosas.
Y él ha decidido ser feliz con eso, de hecho está más que feliz, porque ha encontrado la forma de enseñarles las cosas que le gustan mientras respeta los gustos de los demás, ha aprendido a ser parte de su mundo sin sentirse excluido.
Ha estado en medio de los llantos y los berrinches siendo un soporte importantísimo para las niñas, pero sobretodo se ha dejado consentir con los besitos en las mañanas y las manitas que aprietan su cuello fuerte cuando llega a casa.
Su corazón se llena de amor cuando yo intento darle un beso y las niñas me lo quitan porque papá es suyo, y con todo el orgullo del mundo les contesta que sí, que es de ellas.
Dios le mandó a estas pequeñitas para enseñarles acerca del amor y de todas las cosas que él sabe, y estoy segura que está haciendo un gran trabajo porque no dejan de seguirlo por todos lados, quieren saber el por qué de todo pero solo si papá se los dice, quieren ser un día como él, tan altas como él y saber tantas cosas como él.