Aprender a decir NO por el bien de nuestros hijos
Le digo que NO y se enfurece, grita, llora, patalea y sólo se calma cuando le doy lo que quiere.
La palabra NO se viste de pesimismo y, cuando se trata de hijos, muchas veces intentamos esquivarla. Es más fácil decir que SÍ y complacer deseos, satisfacer necesidades y dejarlos contentos, hasta el próximo pedido, claro. Porque los niños siempre van a pedir más. Parece fácil desde afuera, pero cuando llega el momento de decir NO, dos simples letras que parecen indefensas, algo sucede con los padres. Es hora de entender que la palabra NO, en su justa medida, lejos de perjudicarlos, los beneficia.
Desde pequeños los niños tienen que saber que no pueden tener todo lo que quieren, que no es bueno para ellos, principalmente porque las cosas, entonces, dejan de tener valor.
Cuando uno tiene todo lo que quiere pierde la capacidad de disfrutar de eso que tiene, no puede valorar, las cosas dejan de tener encanto y la mirada siempre está puesta en tener más.
Decir NO es marcar un límite, es educar, es cultivar el hábito del esfuerzo, enseñar que las cosas valen y que no llueven del cielo.
Niños que entiendan esto, serán adultos fuertes, que se inclinen por la cultura del trabajo y la dedicación.
Sabrán ser felices en lo pequeño, y no sólo en lo grande, y lograran sus metas, tarde o temprano.
El niño al que se le consiente en todo quedará anulado ante el primer obstáculo, porque como siempre le dieron todo servido en bandeja, no sabrá cómo resolver conflictos o contratiempos.
Decir NO, cada tanto, hará que valoren más los SÍ y que sean agradecidos.
Es hora de que los padres perdamos el miedo, que entendamos que no son los más chicos los que deciden sino nosotros.
Decir que NO también es amor y, aunque todavía no puedan verlo, algún día nos lo van a agradecer.
Por Mechi Manrique de Life in pics blog para Naran Xadul @lifeinpics_blog https://www.instagram.com/lifeinpics_blog/