Cuando crezca y me volteé los ojos, le diré varias cosas a mi hija adolescente.
Vida de mamá
Cuando crezca y me volteé los ojos, le diré varias cosas a mi hija adolescente.
Cuando no quiera que entre a su cuarto ni deje que me acueste en su cama, le diré que por años quiso dormir pegadita a mi y que no podía dormir por sí sola. Le diré que siempre me pedía un cuento y que le acariciara su cabello.
Cuando no quiera que le cepille el cabello o que la ayude a escoger su ropa, le diré que pasabamos tardes enteras en su clóset jugando al salón de belleza mientras ella se ponía todo lo que encontraba.
Cuando no quiera que le diga un apodo bonito o le de besos frente a sus amigas, le contaré que hubo un tiempo en el que me pedía que le diera todos los besos del mundo.
Cuando se ponga sus audífonos para no escucharme, le diré que las canciones que inventaba eran sus favoritas y me pedía que le cantara por horas.
Cuando cruce los brazos para que no la abrace, le diré que solo quería que yo la cargara.
Cuando cierre la puerta de su cuarto y no me deje entrar, le diré que no podía dejarme sola ni para ir al baño y que cuando me metía a bañar, esperaba afuera de la puerta llorando.
Un día le diré que pasabamos horas pegadas la una a la otra.
Que mis brazos eran su lugar favorito y que para mí, tenerla todo el tiempo conmigo era mi cosa favorita.
Un día voy a decirle que nuestras manos siempre estaban entrelazadas.
Que cada cosa nueva que hacía o descubría, yo era la primera en saberlo.
Le diré que cuando estábamos cerquita, las dos éramos las más felices del mundo.
Pero sobre todo le diré, que así como ella es el mundo para mi, hubo una época en donde yo era todo su mundo.
Y que por ahora puede que no sea su persona favorita, pero que algún día volveremos a estar tan unidas como siempre lo hemos estado.
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