Deja de gritar a tus hijos. Usa esta efectiva frase para dejar de hacerlo.
Hay días en los que te sientes a tope, cualquier cosita podría hacer que explotes, y basta el llanto de tu bebé, para que en cosa de 5 minutos tú estés gritando.
Los días de una mamá son una montaña rusa de emociones, por momentos todo se disfruta y en otros estamos tan cansadas y abrumadas que no sabemos cómo llegamos al final de día.
Tranquila, es normal vivir estas situaciones y aunque a veces quieras salir corriendo, tú puedes con esto, tú tienes el control y todo va a estar bien. Pero, porfavor, no les grites a tus hijos.
A la mayoría de nosotras nos educaron así, no nos dejaban llorar ni mucho menos expresarnos, siempre con amenazas tipo: “va a venir el robachicos” o “a la gente no le gusta ver niños llorones”, y muchas más.
Y puede que muchas veces lo hagas porque así creciste, pero aquí te voy a explicar por qué no debes hacerlo y qué hacer en lugar de esto.
Los niños se asustan cuando reciben gritos, hay varios estudios que lo comprueban, además esto limita su inteligencia social, pueden tener problemas para relacionarse con los demás, confiar y no sabrán autocontrolarse emocionalmente. Eso sin mencionar que esto es una forma de abuso y violencia.
Janet Lansbury, coach de padres, explica que cuando llegamos al punto de gritar, es porque creemos que algo muy malo está pasando con ellos, nosotras sentimos que estamos fallándoles y no podemos arreglar la situación. Este tipo de percepciones nos ponen al límite y terminamos gritándoles.
Para controlar este arranque, debemos confiar en que cualquier sentimiento que nuestros hijos estén experimentando en ese momento es lo mejor para ellos, debemos aceptarlos, “desenrollar la alfombra roja para que pasen”, y que sepan que tú estás bien con esto.
Uno de los mantras de la terapeuta para no perder el control, es repetir esta frase para ti misma antes de grita: “Espera. Recuerda que tú eres su guía, él sólo está aprendiendo a manejar sus emociones”.
Ella explica que los sentimientos son curativos y hay que dejarlos ser, pero también hay que reconocernos a nosotras en esos momentos en donde estamos a punto de perder el control.
“Creo que lo que realmente ayuda es practicar esto en tu mente, practicando visualizar las situaciones que te hacen gritar, dónde te encuentras gritando, y realmente viéndolos de manera diferente, qué está pasando allí y qué tan saludable es esto, así como lo terapéutico que es para tus hijos gritar, derretirse y llorar”, explica la especialista.
Así que la próxima vez que quieras gritarle a tu hijo, hazte consciente de eso, espera a que pase el berrinche, y explícale de manera respetuosa lo que tengas que decir acerca de la situación.
Fuente: www.janetlansbury.com