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Mi cicatriz de cesárea me hace sentir muy valiente 

Publicado: 28 de Septiembre 2018
Vida de mamá
Foto: IG @lu_mulloy
Foto: IG @lu_mulloy

Fue difícil verme de nuevo al espejo después del parto. Había algo nuevo que nunca antes había estado, una cicatriz larga, de otro color y un poquito abultada. 

Eso no fue todo lo que cambió en mi cuerpo. Mis estrías, la flacidez de mi piel, mis senos caídos, mi pancita que quedó, no me hacen sentir peor, me hacen sentir mejor, diferente, pero mejor. 

Jamás me he quejado de mi nuevo cuerpo, me tomó un tiempo acostumbrarme y saber que no volveré a verme igual en un bikini, que por más abdominales que haga esa flacidez seguirá y que por más cremas que me ponga, las estrías no van a desaparecer. 

Serán parte de mi, siempre, al igual que mi cicatriz. 

Esa cicatriz representa todo para mi. Mi vientre fue el primer hogar de mi bebé, y aunque el primer plan no era tener una cesárea, fue por mi vientre por donde llegó a este mundo. 

Aún después de un año y medio, sigo cuidándola, sigo sin tallarla fuerte al bañarme, sigo poniéndome crema con cuidado, sigo con miedo cada que voy a depilarme para que no me duela. 

Mi cuerpo ha vivido miles de batallas, ha resguardado mis más grandes pasiones, mis tristezas, me ha llevado a lugares increíbles y me convirtió en madre. 

Mi cicatriz representa todos los miedos que tuve en ese momento y la bendición de que todo salió bien al final. 

Tuvo la fuerza de llevar en mi vientre un bebé, de aumentar su cantidad de sangre, de organizar mejor los nutrientes para que pudiera crecer grande y formarse. Mi piel se estiró lo suficiente para cargar el peso de una sandía. 

Para mi representa valentía. Sé que el plan inicial de todas las mujeres no es tener una cesárea. Tomamos cursos para tener un parto natural, nos preparamos y leemos todo, pero al final, cuando llega el momento dejamos nuestras vidas en las manos de nuestros doctores. Cuando mi doctor me dijo que mi bebé podría sufrir por parto vaginal y que debía entrar a quirófano, solo confié en él. 

Es mi marca de guerra, el recuerdo del amor más grande que creció dentro de mi. 

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