Las mamás más cansadas son las de los niños que no dejan de moverse, a menos que seas mamá de una niña que no deja de hablar
Todas, absolutamente todas las mamás estamos cansadas, no importa si es por un niño que no deja de brincar o por una niña que no deja de platicar, lidiar con pequeños aventureros que están comiéndose el mundo a mordidas suele ser la tarea más agotadora.
Y es que no podemos decir quiénes son los más traviesos, si los niños o las niñas, porque a veces te toca un niño súper tranquilo y dócil que ama hacer cosas como si fuera un señor de 87 años, y otras, te toca un hijo que canta, baila, se mueve, brinca, explora y ni siquiera con las películas se queda más de 15 min en calma.
Bien dicen que los hijos son como una caja de chocolates, porque nunca sabes que te va a tocar.
Y tampoco podemos generalizar que todas las niñas son excesivamente platicadoras porque también hay varones que no dejan de hablar, de hacer ruidos de animales, de cantar, de imitar voces, de hablarse a sí mismos, porque los niños en general hablan todo el tiempo y eso es completamente sano.
Porque los niños inquietos y que hacen mucho ruido son los más felices, porque no tienen miedo de expresar sus emociones, se sienten seguros para gritar, correr, saltar y hacer uno que otro berrinche, incluso los niños más tímidos, suelen hacerlo a su manera.
Mientras ellos se van desarrollando y apropiándose de su entorno, nosotras vamos superando niveles de cansancio que jamás creímos que podríamos tener. Superamos las noches de lactancia en la madrugada para tener tardes súper activas y una casa volteada de cabeza.
Pasamos de tener tanto tiempo libre durante las siestas del bebé para hacer cosas, a rogar por al menos una siesta al día de una hora para al menos sentarnos a ver nuestro celular.