La lactancia es una decisión propia
Hoy no quisiera enumerar todos los beneficios que tiene la lactancia materna.
Ya los leí mil veces, ya vi mamás subiendo fotos a sus redes, ya los escuché. Ya los sé. Ya sé que la leche materna es lo mejor, todos lo sabemos. Lo bueno que es y lo lindo que es.
Esta semana me provoca una contradicción. Soy pro lactancia hasta cuando a la mamá y el bebé se les cante, pero me alejo fervientemente de cualquier tipo de fundamentalismo. En esta cuenta no muestro ni cuento qué tal es mi lactancia, porque es mía y de él. Tan íntima, privada, especial.
No quiero enumerar las miles de ventajas porque están muy claras. Lo que quiero comunicar es algo que todavía despierta dudas y angustias y lágrimas y culpa. Existe la misma conexión emocional entre el bebé y la mamá que no da de mamar porque no quiso o no pudo. Y el bebé no sale con ningún trauma si esa mamá tuvo que optar por la leche de fórmula. Ni es menos sano ni menos querido. Ni esa mamá es peor mamá.
Este relato no es políticamente correcto pero es que jamás lo fui. Disfruto de esta escena con Quinto, y lo haré hasta donde podamos o queramos nosotros. Ni los demás ni la OMS. Pero jamás verán aquí un alarde sobre el tema. Porque estamos hechos de circunstancias que no siempre podemos controlar.
Entonces, no voy a hacer una lista de beneficios. Prefiero que se haga viral otra idea: dar de mamar a tu hijo o no, no te hace ni mejor ni peor. No te angusties por no poder hacerlo, no limites tu maternidad a esto, que este tema no te anule ni te llene de culpa.
No tiene sentido. Hay mucho más allá y es otra cosa que necesitan primero: una mamá entera y feliz, disponible y amorosa.
Por Mechi de @lifeinpics_blog