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El amor por mis hijos es perfecto e incondicional

Publicado: 11 de Junio 2019
Vida de mamá
Foto: Sandy Bleiberg
Foto: Sandy Bleiberg

¿Conoces la belleza de ese momento...?  Cuando el sol todavía no se atreve a colarse por los defectos de las cortinas black out de mi cuarto y mi hijo de cuatro años entra de puntitas y trepa a mi cama lleno de lagañas, todavía con el olor de las sábanas en su pijama y pega sus cachetes calientitos a mi cara mientras se enrolla en mí con sus pies descalzos, para quedarnos abrazados sin movernos hasta que amanece.

 

No quiero tener chinos, quiero el pelo lacio como mi hermano,–  dice con la voz rasposa y sin salir de su acurrucamiento. Y al tratar de contestarle, las palabras se me amontonan en el pecho y se hacen un nudo,  porque es tan grande mi necesidad de explicarle, –de hacerle entender, qué tan perfectos son sus chinos para mí, qué tan completo y sin fallas es mi amor por él y qué tan especial es tal y cómo es, que no sé ni por dónde comenzar.

 

Porque si tan sólo tuviera una sola oportunidad de hacerles saber algo a mis hijos sería esto: Que mi amor por ellos es incondicional.

 

Que no tiene condiciones, ni depende de ningún pedazo de papel, de ninguna  calificación o de ninguna firma o decisión.  

 

Que sepan que ninguna competencia, ninguna opinión, ninguna comparación y ninguna situación harán que mi amor por ellos disminuya.

 

Quiero que se lo tatuen en las paredes más profundas de su alma, que lo escuchen tantas veces salir de mi boca que se les quede como una grabación que resuena constantemente en su interior, a un volumen tan alto, que el día que alguien llegue y se atreva a convencerlos de que no son suficientes o no son merecedores de ser amados, el eco de mi voz suene mucho más fuerte.

 

Pienso que esa debe ser mi mayor tarea como su mamá;  amarlos de manera incondicional y dejarselos saber bien clarito; porque saberse amados, a pesar de cualquiera de las decisiones y a pesar de cualquier resultado, construye una seguridad en el alma de las personas, que da la resiliencia y el carácter de superar cualquier obstáculo, aún después de haberse levantado tras veinte caídas.

 

Y como mamás, tenemos la opción de elegir o no susurrar vida y amor en las almas de nuestros hijos, y yo elijo cada día hacerlo.

 

Elijo cada día decirles qué partes de su persona los hace únicos y qué características los hace auténticos.

 

Elijo decirles que noto y me doy cuenta de lo mucho que se esfuerzan, que veo cuán resistentes pueden ser y que estoy orgullosa de la cantidad de esfuerzo que ponen en ciertas partes de su vida.

 

Elijo decirles que mi amor no tiene límites, ni condiciones.

 

Elijo decirles estas cosas, simplemente porque mis hijos merecen escucharlo de su mamá para que nunca les quede ninguna duda. Yo elijo ser una voz que los empodere por el resto de sus vidas  y deseo de todo corazón,  que todas las mamás elijan esa opción para que sus niños puedan escucharlo, también.

 

Para Leo y Gael

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