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Cuando descubrí que mi hija tenía tanto de mí

Publicado: 13 de Febrero 2018
Vida de mamá
Foto: IG @taniariveral
Foto: IG @taniariveral

Mi otro yo

Cierto día, escuché a Cristina, mi hija de 3 años, decirle a su papá: “¡Ay, este hombre!”.

Esa frase me sonó muy conocida. En algún lado la había oído. Seguro en un programa de televisión donde las niñas son unas mandonas… eh, ¡pero si soy yo quien la digo!

 Clarísimo error, Majo. Los niños imitan a sus padres casi como orden genética, sin necesidad de práctica ni de aprendizaje forzoso. Lo que más me llama la atención es que no solo repiten lo que oyen o ven, sino las cosas que hacíamos de niños. ¡Pero si en esas épocas solo estaban en la mente de Dios! ¿Cómo es esto posible?

El caso es que se siente raro verme reflejada en mi hija. Por un lado, me da risa, porque repite las pequeños –bien pequeños, je- berrinches que yo hacía de niña: “Me voy a ir de la casa porque tú no me quieres comprar juguetes, voy a agarrar mi mochila y me iré a la calle”, “no me voy a bañar, ¡no me quiero bañar!”. Pero, por el otro, me da pena: 

¡Mira que venir a heredar de mamá todo aquello que le causa problemas: su intensidad, su apasionamiento, su autoexigencia y su sensibilidad!

En todo caso, si algo bueno hay en todo esto, es que conocerme y conocerla me permite ayudarla a ser, digamos, un ”yo” mejorado. 

Un “ella” que tiene cosas de mamá, cosas de papá y la habilidad de superar sus defectos, o al menos conocer el camino para lograrlo.

Además, una se vuelve más capaz de empatizar. Un día, descubrí que mi hija tiene esa cosa mía tan terrible de aguantar emociones y liberarlas en un momento de catarsis, un momento en el cual lo único que una quiere es llorar y no necesita que nadie diga “ya pasó, cálmate”. Desde entonces, cuando llora para desahogar –mi ojo biónico lo detecta-, y ya sé lo que tengo que hacer:

Validar y tener paciencia. Y luego, todo fluye mejor.

Sí, es extraño verse reflejado en un ser pequeñito y darse cuenta de lo pesada que una fue o sigue siendo. Pero es, creo, la manita que nos da Dios para no partir de cero, para saber aunque sea un pequeño porcentaje de lo que les espera y ayudarles en el proceso que nosotros ya tan bien conocemos.

Por Majo Salazar para Naran Xadul Majo Salazar de Hidalgo.

Majo es comunicadora y mamá bloguera

Blog: mama-majo.com / facebook.com/lamamamajo

Colaboro con: http://www.mamasbloguerasperuanas.com

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