Con mucho orgullo. Soy una hija de mi madre
¿Cuántas veces como mujeres nos han dicho “eres una hija de tu madre”?
Generalmente con un significado negativo y no con las mejores intenciones.
Pero, si nos ponemos a pensar y cuestionamos... ¿qué significa ser una hija de mi madre?
Entre madres e hijas existe una conexión única… difícil de poner en palabras.
Mi madre es una mujer fuerte, pero suave y sensible; que me acompaña, pero me deja hacer mi vida; que sabe escuchar, pero también sabe exactamente qué decir.
Ser una hija de mi madre significa que sé lo que valgo y de lo que soy capaz porque ella creyó en mí.
Ser una hija de mi madre significa que acepto que la historia de mi madre es parte de mi historia. Lo alegre, lo triste, lo difícil, todo forma parte de mí.
Ser una hija de mi madre es hacer las paces con ella, con que en muchas cosas estamos en desacuerdo y eso es parte de la vida. Es darme cuenta que la relación aguanta mucho y es incondicional...
Ser una hija de mi madre significa aceptar que aunque nos parezcamos en muchas cosas, somos muy diferentes y aunque eso, a veces dificulta las cosas, nos hace mejores mujeres.
Ser una hija de mi madre es reconocer que mi mamá ha estado conmigo cuando ni yo misma me aguanto y aun así ella ve lo mejor de mí.
Ella sabe perfectamente qué decir, por qué estoy llorando e interpretar el gesto en mi cara. Es una intuición mágica.
Ser una hija de mi madre es aceptar que mi madre es humana, que tiene partes buenas y partes no tan buenas, pero lo importante son las lecciones y valores que pongo en práctica.
Ser una hija de mi madre es cacharme haciendo cosas que ella hace y juré nunca hacer... pero ya son parte de mi.
Ser una hija de mi madre es comprender que por más que crezca, me doy cuenta que soy la mujer que soy por ella. Y conforme avanzan los años, valoro más todo lo que ha hecho por mí.
