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Un día entenderás que llegar a tu casa y cenar con tu familia es tenerlo todo en la vida

Publicado: 23 de Marzo 2019
Vida de mamá
Foto IG: sheridaningalls
Foto IG: sheridaningalls

Siempre estamos en la búsqueda de mejorar todo, tenemos esta visión que nos fue inculcada por tener una mejor casa cuando la que tenemos es suficiente, un mejor coche cuando éste funciona perfecto. Una dinámica familiar que te deje satisfecha en todos los aspectos y hasta un mejor trabajo.

 

Planeamos los días perfectos para ir al parque, para hacer una reunión, para hacer una cena rica y vamos desperdiciando cada día en busca del momento memorable.

 

No usamos la vajilla nueva porque no es una cena elegante, ni nos ponemos los calzones de encaje porque tal vez nadie te los verá. Pasa lo mismo con momentos, como no tener una cita porque en un tiempo será mejor ya que el niño se quede sin llorar, o no llevar a tu hijo a un parque porque todavía no lo va a disfrutar.

 

Atesoramos las cosas materiales y dejamos todo para después porque todavía no es el momento perfecto, sin saber que el tesoro es el tiempo que tenemos hoy.

 

Porque llegará un momento en el que el tiempo realmente se te haya ido de las manos, y las personas con las que queríamos hacer todo eso ya estarán en sus propios asuntos.

 

Llegará el día en el que abras la puerta de tu casa y ya no veas desastre, ni juguetes debajo de los sillones. No habrá olor a mugre y jabón de niños, no habrá cenas de todos juntos hablando de cualquier cosa y uno que otro pedazo de verdura volando hasta el otro lado.

 

No habrá esa sensación de agotamiento que después de una cena se convertía en satisfacción. Tendrás otras satisfacciones pero tu mesa no volverá ser la misma que los primeros años.

 

Ese día entenderás que cenar con tu familia ya era tenerlo todo en la vida. Que tener la mesa llena no se refiere precisamente a la comida sino a la gente con la que la vas a compartir.

 

Y en estas mesas entran todos, desde tus amigos más cercanos en una noche de viernes, hasta los domingos con los abuelos, tíos y hermanos.

 

Cada día es único, cada desayuno en pijama y cada cena de las sobras de la semana. Todos son muy especiales ya que no regresarán, no volverán y aún no tenemos la clave para saber si tendrás mil más o esa será la última.

 

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