8 consejos para hablar con los niños sobre la muerte
Si como adultos hablar de la muerte es doloroso y complicado, siendo niños esto es mucho más difícil.
Sin duda hablar sobre la muerte con los niños es duro, pero es sumamente importante. No existe una receta que nos diga paso a paso cómo tener esta conversación con nuestros hijos, cada muerte es distinta, cada familia es distinta y cada niño es distinto.
Antes de acercarte a tu hijo y hablar sobre este tema, intenta estar calmado, abierto y dispuesto a acompañar al niño de la manera que él o ella necesiten.
Aun así, algunas claves te pueden ayudar:
1. Ser honesto y concreto
A los niños pequeños les cuesta trabajo comprender la permanencia de los sucesos, es decir, comprender que la muerte es definitiva, para siempre. Por eso es recomendable hablarles a los niños con palabras que entiendan y no darle demasiadas vueltas, primero entendiendo lo que ya saben. Así mismo, debemos ser cuidadosos con los eufemismos “se fue de viaje”, “se fue a dormir”, “está en un lugar mejor”, etc. ya que pueden crear confusión y ansiedad.
Cuando sientas que está listo (y estás lista tú), explícale a tu hijo cómo serán los cambios en su vida diaria a raíz de la pérdida.
Si no sabes algo, se vale decir “no sé”, eso es mejor que mentir. Si no tienes palabras con las que responder, una mirada, un abrazo o un gesto pueden ser suficientes para acompañarlo.
2. Seguir el ritmo del niño según su etapa de desarrollo
Además de ser concreto y claro con el niño, hay que ir despacio y dándole “piezas” de información poco a poco. Si les “aventamos” toda una explicación demasiado larga o cargada emocionalmente se pueden abrumar. Hay que ser pacientes y persistentes, no desesperándonos si el niño necesita que le repitamos lo que ya le dijimos. Lo que sí es esencial es que los adultos más cercanos al niño le den la información ya que son los que más lo conocen y más lo pueden contener.
3. Formar tribu
La muerte de un ser querido puede ser muy dolorosa y desconcertante para un niño, no nada más porque no va a volver a ver a la persona, sino también porque despierta miedos de soledad y abandono. Mostrarle al niño que aún tiene a muchas personas que lo quieren y que están con él le recuerda que está seguro y que es querido.
4. Mostrar nuestras emociones e invitar al niño a expresar las suyas
Los adultos también sentimos un cúmulo de emociones tras una pérdida. Si el niño ve que los adultos a su alrededor sienten, lloran, se sienten tristes y perdidos, pueden también compartir lo que les pasa a ellos y, sobre todo, aprender cómo se puede ir poco a poco saliendo adelante tras un duelo.
Ir nombrando los sentimientos que surgen también ayudará a ordenar, tranquilizar y transitar la pérdida, además de hacerlo sentir entendido y validado.
5. Mantener viva la esperanza
Como adultos podemos intentar transmitir a los niños que la muerte es parte de la vida, que es difícil y dolorosa, pero que la vida sigue y que va a estar bien.
Aunque las fechas especiales como aniversarios, cumpleaños o navidad pueden ser muy dolorosas, busquen una manera de honrar a la persona que murió.
6. Involucra al niño en los rituales y tradiciones
Hacer un dibujo, una carta o participar en un rezo con la familia, le puede ayudar al niño a ir comprendiendo lo que sucedió. Será de mucha ayuda crear algo que le recuerde a la persona que partió: hablen de él o de ella, platiquen de sus memorias, denle un lugar y si eres religioso, este es un momento en el que la religión puede traer paz y un sentimiento de comunidad muy fuerte.
7. En menor o mayor medida, mantener una rutina que le brinde consistencia y seguridad.
Aunque alguien murió, es importante tener tiempo para jugar, para reír, para ir a la escuela y para otras actividades. El duelo es un proceso, poco a poco se irán adaptando a pesar de los tropiezos.
8. Y, sobre todo, escuchar y transmitir consuelo
Cada niño reacciona de manera distinta. Como adultos podemos leer sus señales y acompañarlo: dejarlo que llore si es lo que necesite, responder sus preguntas, respetar si no quiere hablar o si necesita su espacio.
Ofrécele cercanía, abrazos y consuelo, lo más importante es que te mantengas presente. Después de llorar o hablar sobre lo que siente, intenten hacer una actividad que disfruten.
Si ves que tu niño presenta muchas dificultades de concentración, de sueño, regresiones o problemas socio-emocionales, acércate a un profesional de la salud mental que les pueda ayudar.