¡Ya no puedo! La escuela en casa ha deteriorado la relación con mi hijo durante todo un año
“Pon atención”, “deja de distraerte”, “¿por qué no respondes rápido?”, “¿por qué no revisas los materiales con tiempo?”, “¿Terminaste las actividades?”, estas son sólo ejemplos de todas las frases que repito miles de veces todos los días.
Honestamente, jamás imaginé que la escuela en casa duraría un año, que me causaría un gran agotamiento emocional ni que iba a deteriorar la relación con mi hijo, la cual consideraba muy fuerte y en la que existía una gran empatía por nuestras emociones y la resolución de conflictos.
Ahora, después de un año de que mi hijo ha estado frente a una pantalla cinco veces a la semana durante más de seis horas diarias, también lo veo cansado emocionalmente, porque a pesar de que comparte tiempo con sus compañeros y maestras en videoconferencias, no es la misma interacción que cuando iba a la escuela.
Obviamente, este cansancio impacta directamente en nuestra relación, ya que al estar tan susceptible, sus reacciones son exponenciales. Por ejemplo, si algo le sale mal, aparece el sentimiento de frustración acompañado de llanto y desesperación.
Al principio me “sacaba de onda” este comportamiento, pero decidí hablar con él, le pedí que me explicara lo que sentía y logré entenderlo: No sólo se trataba de la impotencia de no lograr su objetivo, sino que la acumulación de emociones que ha guardado desde que inició la pandemia lo estaba angustiando.
Después de escucharlo, me di cuenta de que los verdaderos superhéroes de la escuela en casa son los niños. Ellos son los que están lidiando con emociones y experiencias que jamás imaginaron: tomar clases desde la sala de la casa y jugar con sus amigos a través de pantallas.
Sé que los niños necesitan convivir con otros niños de su edad, es parte de su desarrollo, y por esta pandemia se han tenido que aislar en casa. Además, al ser pequeños aún están en el proceso de aprender a manejar las emociones, por lo que sus arranques son comprensibles.
También, siendo honesta, convivir con mamá o papá 24 horas al día, quienes también están lidiando con mil emociones, no es nada fácil, por lo que la relación se fractura poco a poco.
Lo único que me queda es fomentar una comunicación abierta, en la que todos en mi familia expresemos nuestro sentir para que juntos encontremos la forma de lidiar con estas emociones y estrechar nuevamente nuestra relación.
Tal vez necesito darle prioridad a lo que sentimos mi hijo y yo, olvidarnos de la escuela y del trabajo por un día y pasar toda la tarde jugando, intentando recuperar ese lazo que nos mantenía unidos y comunicados todo el tiempo… Creo que en estos momentos es más importante la estabilidad emocional que una boleta llena de dieces.
No vale la pena seguir agobiando a mi hijo para que saque calificaciones excelentes, ni desgastarlo emocionalmente.
Si ya no puedo más, dejaré a un lado lo que me abruma y lo cambiaré por abrazos, besos y mimos para mi pequeño superhéroe.
Revisado por Karen Zaltzman.
Quien tiene estudios de licenciatura y maestría en pedagogía; asesora de crianza certificada por PCI. Sus grandes pasiones: ser mamá de 3, cocinar, leer, estar en el agua, inventar y acompañar.