Estoy cansada, mi cuerpo duerme pero mi alma no descansa
Hay días en los que me siento irritada y no sé por qué, despierto triste, sin ánimos de nada a pesar de que pude dormir varias horas. No es un cansancio físico, sino interno, vienen desde el alma.
Como mamás tendemos a descuidarnos en tantos aspectos que comprometemos nuestra salud emocional en el proceso reprimiendo nuestros sentimientos, quedándonos calladas para no generar problemas, minimizándonos, poniendo siempre a los demás antes que a nosotras mismas y no diciendo lo que necesitamos.
Excusas hay miles como no tener tiempo, tener muchos hijos, muchas presiones, mucho trabajo, incluso desde el punto de vista moral: ¿cómo voy a ponerme a mi primero teniendo a un bebé que cuidar? Pero cuidar de tu alma viene desde el interior y es sumamente importante para que puedas atender a tu familia.
Cómo saber si tu alma está cansada:
Cuando platicas con alguien sobre sus problemas, te quedas callada y no puedes dar consejos porque dentro de ti sientes un estado de caos que las palabras se atoran en tu estómago
Tus emociones se intensifican y se mueven a extremos opuestos: De pronto sientes que tu corazón explota de amor, pero en un parpadeo sientes que todo se derrumba por completo.
Te sientes sin energía físicamente, a mitad del día te sientes agotada y sin ganas de hacer nada incluso en las cosas que no requieren tanto esfuerzo. Hacer ejercicio se convertirá en una tortura, más allá de hacerte sentir bien, se vuelve muy pesado.
Te sientes sola, a pesar de que tienes a tu marido contigo en casa, a tu hermana a la vuelta y a tus papás a 10 minutos. No sientes que alguien pueda entenderte y a veces te muestras más a la defensiva con ellos.
Te dan episodios de pánico y ansiedad por no saber qué pueda pasar. Tu futuro se ve nublado y tienes miedo ante él, la inseguridad es parte de tu día a día y quisieras volver a comenzar en otro lugar desde cero.
Aunque duermes no descansas, te vas a dormir sin mucho sueño pero en las mañanas te cuesta trabajo levantarte. Por lo general sueñas cosas muy intensas y pesadillas que se quedan en tu mente como si hubieran sido reales.
No estás en sincronía con tu cuerpo. Nada te llena, incluso las cosas que antes te apasionaban las haces sin corazón, abrazas a tu bebé y te llena el alma, pero también después de terminar el día no quieres que nadie te toque y sólo quieres un momento para ti.
Terminas exhausta y despiertas igual, no se trata de la falta de sueño sino de la falta de amor y atención a ti misma, de pedir lo que necesitas, de hacer cosas sólo para ti, de darte tu tiempo, sin culpas, sin reproches.
Lo decimos siempre, tú eres importante, tú vales y si no estás bien tú, tus hijos no recibirán lo mejor de ti.
¿Qué hacer?
Tal vez te preguntes, cómo puedo sanar algo que no creo que esté dañado. Raquel Aldana, Psicóloga especializada en Educación Emocional, dice que llegamos a aspirar tantas emociones negativas que vamos haciendo nuestro el dolor, dejando que forme parte de nuestro día a día, de nuestra vida y de nuestro yo más profundo.
Es por eso que como primer paso hay que reconocer las heridas que tenemos, puede ser de abandono, de abuso, de traición, de sumisión, algo con lo que no te hayas sentido bien pero que tuviste que dejar pasar por el hecho de ser mujer y que te duele. Este primer paso es difícil porque muchas veces ese tipo de heridas se van tapando con otras cosas para no destaparlas fácilmente porque causan mucho dolor, no preguntamos y no vamos más allá porque aparentemente es más sencillo dejarlo escondido.
Pero una vez abierto el camino, hay que asumir la gravedad de la herida, para hacerlo hay que reconocer lo que nos ha pasado y hablarlo, puede ser con una amiga, tu pareja o con un profesional de la salud con quien puedas descargar todo eso que has tenido en ti y que no has podido acomodar para superarlo.