Conectar para educar
No hay verdad más grande en la maternidad que la de “para educar hay que conectar” y esto es algo que he ido aprendiendo poco a poco.
Mi mamá obtuvo sus consejos de qué hacer con mis berrinches de mis abuelas y un par de libros. Yo sólo tengo que tomar el aparatito que tengo en mi mano para recibir literalmente millones de consejos y teorías.
Cuando era niña, lo que se sabía en los laboratorios que estudiaban la conducta humana sobre por qué los niños actúan de cierta forma tomaba décadas en llegar a mi mamá; hoy estos mismos conocimientos toman horas en difundirse, y eso nos ayuda a darnos cuenta que una crianza respetuosa, donde se incluyen límites, es un buen camino para guiar a nuestros hijos.
Antes de gritar o regañar, respira y analiza la situación, ¿tu hijo está en peligro para que grites? Si no es así, no hay razón para hacerlo.
Baja a su nivel, haz contacto visual o toca su mano, pídele lo que necesitas. Si está en medio de un berrinche, escúchalo y hazlo sentir seguro, después de que pase el llanto puedes hablar con él.
Pídele una cosa a la vez, los niños se frustran cuando reciben tantas indicaciones. Y si todo falla y terminas gritando, siempre repara, pide una disculpa y explica la situación.