Criar con golpes, castigos y gritos reduce el cerebro de los niños
“Una nalgada a tiempo es la cura de muchos males” o “Más vale una nalgada a tiempo, que un delincuente en la cárcel”, “ a mí me lanzaban la chancla y no me pasó nada”, “un golpe no nos dañó, nos educó” son frases que usan quienes piensan que los golpes deben ser parte básica de la crianza, pero no es así.
Al contrario, preocupa que todavía en el siglo XXI se sigan defendiendo prácticas que no sólo causan problemas emocionales, sino que impactan directamente en el tamaño del cerebro de los niños.
De acuerdo con un estudio publicado en la revista Development and Psychopathology, la crianza agresiva tiene consecuencias a largo plazo en el desarrollo cerebral de los niños.
¿A qué se refiere con agresiva?
Los investigadores de la Université de Montréal, el Centro de Investigación CHU Sainte Justine y de la Universidad de Stanford señalan que cuando los padres o madres golpean, sacuden o le gritan a los pequeños afectan sus estructuras cerebrales.
Es decir, los niños que son educados con violencia o de forma agresiva tienen una corteza prefrontal y amígdalas más pequeñas que aquellos que tienen una crianza positiva. Y precisamente, estas dos estructuras cerebrales son las que intervienen en la regulación emocional.
Por ello, la violencia (por mínima que sea) no sólo afecta la anatomía del cerebro, sino también el desarrollo social y emocional a largo plazo. Por eso, es frecuente que la ansiedad y la depresión aparezcan durante la adolescencia o cuando se convierten en adultos.
Además, los golpes, nalgadas, cachetadas, gritos y sacudidas que son usados para “disciplinar” no sólo afectan el comportamiento de los niños y adolescentes, sino también la forma en cómo procesan el miedo y la ansiedad.
¡A criar desde el amor y no desde el miedo!
Karen Zaltzman, maestra en pedagogía y asesora de crianza certificada por PCI, explica que el cerebro del niño pequeño está diseñado para buscar seguridad y consuelo en los adultos cercanos.
Pero, cuando el niño encuentra miedo y violencia en su entorno, su cerebro entiende que el amor es miedo y dolor, y esto lo lleva consigo en la vida adulta.
Lamentablemente, los niños se acostumbran a estas medidas, por lo que los papás van escalando la violencia y la amenaza hasta llegar a un punto que lastiman y abusan de los pequeños, y por ende, estos tienden a mentir, a esconderse a corto plazo, mientras que a largo plazo mantienen sentimientos de furia y desesperanza.
Recuerda que los niños suelen portarse mejor si tienen límites claros y consistentes, en lugar de castigos o amenazas. Mejor, explica las consecuencias naturales que habrá si no respetan los límites o continúan con ese comportamiento y recuerda que la función de mamá y papá es darle al pequeño herramientas, no castigarlos por no tenerlas.
La comunicación, el respeto y ponerte al nivel de tus hijos mirándolos a los ojos creará un entendimiento y una conexión que ayudará a tu hijo a entender las cosas. ¡Da amor, para que tus hijos lo repliquen cuando sean grandes!
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