Un cuento inventado antes de dormir para conectar con el alma de tus hijos
En mi casa amamos las buenas historias. Quizás es síntoma de mi vocación como escritora y apasionada de los cuentos, pero aquí son el pan de cada día; mis hijos han crecido oyéndonos inventar cuentos larguísimos de héroes poco convencionales.
En los pasillos de mi casa, se escuchan, cada noche, historias para dormir que tienen una temporalidad dramática de 20 minutos o cuentos que llevan transcurriendo y alimentándose en familia por años, como –la preferida sin discusiones, historia de la familia cavernícola –que, por obvias razones, somos nosotros cuatro en versión cavernícola y comunicándonos en monosílabas que un día abandonamos la cueva y decidimos vivir en un departamento del mundo actual.
La trama es materia viva y cada rato se le siguen sumando nuevas aventuras, la familia cavernícola ha tenido que sobrevivir el choque cultural del mundo moderno. Como subirse a un avión –mientras mueren de miedo por pensar que es un peligroso pterosaurio y echándose sonoros pedos que molestan a los demás pasajeros –el drama siempre es acompañado por las risotadas de mis hijos.
Las historias son poderosas. Pueden hacernos pensar de formas que nunca antes habíamos pensado. Pueden sembrar ideologías y movilizar pueblos. Consiguen hacernos reír y hacernos llorar. Pero sobre todo, contar historias es tan poderoso porque, es lo que hace que las personas hagamos conexiones entre unos y otros. Nos hace crear vínculos.
La narración de cuentos juega un papel muy importante en el desarrollo cognitivo de los bebés y los niños pequeños. Ayuda a mejorar áreas clave como la memoria y el lenguaje, y despiertan la curiosidad, lo que aumenta las habilidades imaginativas del niño, y le da nuevas percepciones del mundo que lo rodea.
Leer o escuchar historias de diferentes culturas abrirá la mente de un niño y creará una comprensión más profunda de las personas. Las historia son un generador de empatía. Nada nos acerca y nos da más entendimiento de cómo funcionan los otros, que adentrarnos en una buena historia.
Llena de historias y cuentos el alma de tus hijos. Nutre su memoria con cuentos que le sepan a magia, que pueda seguir recordando cuando crezca y que iluminen de recuerdos poderosos los días más oscuros de su vida adulta.
Existe una hermosa creencia entre los aborígenes australianos de que las historias importantes viven buscando a la persona adecuada para que las cuente. Para ellos, las grandes historias buscan a su narrador como un animal que caza a su presa.
Cuéntales sobre sus abuelos y sus bisabuelos. Estas son historias en las que los niños siempre están interesados.
Piensa en lo que más le interesa a tu hijo e inventa historias basadas en esas cosas. Si tu hijo es un amante de los perros, cuenta historias que giran en torno a los perros.
Recuerda que tu voz y tu cuerpo son tus herramientas principales; úsalos para crear imágenes en su mente escogiendo palabras interesantes y expresivas, expresiones faciales, como fruncir el ceño para mostrar lo enojado que está un personaje, estirar los brazos para mostrar qué tan ancho es algo o usar diferentes voces para cada personaje siempre ayuda.
Pero, sobre todo, apodérate de tu historia, recuerda que si tú disfrutas contarla, hay grandes probabilidades de que tu audiencia disfrute escucharla.
Recuerda que las historias que tus hijos escuchen hoy salir de tu boca, probablemente serán las que tus nietos escucharán cada noche antes de dormir.
Por Sandy Bleiberg para Naran Xadul