Deseos para el gran 2020
Leí por ahí que el problema que nos ha hecho miserables como seres humanos, es que amamos las cosas y usamos a las personas.
Trágica combinación, si me preguntan lo que pienso. Andamos por la vida tratando de tener más. Más poder, más dinero. Y no logramos darnos cuenta que entre más crece la ambición, más crece la carencia. Se intensifica la falta de expresión.
Crece a la par la necesidad de sentir algo real. Algo que te mueva las entrañas y te motive a despertarte cada mañana. Un sentimiento que te erice la piel y te regale un escalofrío que comience en tu nuca y recorra lentamente tu columna vertebral.
Nos enfrascamos en pantallas de teléfonos celulares. Nos dejamos llevar por fotografías que muestran el momento perfecto de una vida imperfectamente triste y vacía.
Hemos aprendido a leer mensajes con faltas de ortografía, y se nos ha olvidado la manera tan hermosa en la que solíamos leer labios.
Nos dedicamos a filmar videos para guardarlos en una nube inexistente, en lugar de observar los sucesos importantes y poder así guardarlos para siempre en nuestra memoria.
Ya no miramos a los ojos, ya no conocemos las almas. Es difícil amar y ser amado. Entender y ser comprendido. La fe se ha evaporado. Pareciera que los milagros han desaparecido.
Deseo que este año que está por escribirse volvamos a lo básico, debemos ser muy valientes para permitirnos tener instintos animales. Para derramar lágrimas por varios minutos si es necesario. Para reír hasta quedar con los pulmones vacíos de aire. Para no abstenernos de sentir placer cuando así lo deseamos, para tener una vida abundante de lo que verdaderamente importa.