Mamás Malas. Dejemos de excluir y de criticar en los chats
Haciendo alusión a la película “Chicas Malas”, las “Mamás Malas” vieron la película cuando salió… y son contemporáneas, o casi contemporáneas de Rachel McAdams y/o Lindsay Lohan.
Por “mamás malas” no me refiero a las que en ocasiones pecamos de falta de participación en cada evento… las que de pronto mandamos pura cochinada de lunch porque no escuchamos el despertador o a las que se nos olvidó mandar la playera blanca el día indicado. No, me refiero a las mamás que forman grupitos para excluir a las demás, que hacen “clubs”, que tienen chats para criticar paralelamente y en tiempo real a los chats “oficiales” (la pesadilla… la pesadilla).
Todas las conocemos, y posiblemente hemos caído en la trampa de formar parte del club y comportarnos como pubertas envidiosas y criticonas para pertenecer. Si, es correcto, confieso haberlo hecho en algún momento…
Son las que te saludan con una sonrisa enorme para después darte la espalda y criticarte extensamente en su chat por no traer maquillaje a las 8 am, o en su defecto por maquillarte de más (querías esconder esas ojeras terribles) -pero nada de lo que hagas estará bien- las “mamás malas” van a hablar. Pero lo fuerte no es que hablen de ti, probablemente (te lo deseo de corazón) ya llegaste a un momento de tu vida en que la opinión de los demás es lo que menos importa, es completamente irrelevante.
Pero, ¿qué hablen de tu hija?
Cuando pienso en que mi hija de 8 años está más cerca de la pubertad de lo que, en retrospectiva, estoy yo, tiemblo. Y no lo hago por sus compañeras, lo hago por las mamás. No son solamente las mamás del colegio de mis hijos, ni las mamás del colegio de los tuyos… ¡están en todas partes! Siempre han existido… pero actualmente hay una diferencia.
Yo recuerdo ir en secundaria al baile de San Valentín (eran los 90s así y no había nada de alcohol en esos eventos, solamente algunas pubertas rebelditas con muchos cojones). La mamá vocal, o chaperón, o que sé yo, estaba muy atenta a todo lo que sucedía. Y pues como siempre me ha gustado la fiesta, la que bailaba encima de las bocinas con sus amiguitas era yo. Y LO GOZABA.
Es más, en el ambiente correcto todavía me subo a una bocina y bailo. El caso es que la mamá chaperón le llamó a la mía el día después. “Vi a tu hija en el baile y me da mucha pena decírtelo, pero lo tienes que saber… estaba bailando encima de una bocina”. Mi mamá (Dios la bendiga) respondió sin orgullo y sin vergüenza: “si, esa suena como mi hija”, y después de amablemente colgar la llamada, se sentó a hablar conmigo. No recuerdo con exactitud sus palabras, pero si el trasfondo de la conversación: “siempre va a haber gente que hable mal, siempre, lo que importa es que no hagas algo que consideres vaya en contra de tus principios y que te diviertas” y así (con sus debidos tropiezos) pasé mi adolescencia.
Pero, y ¿si hoy en día sucediera lo mismo?
Dejen los ilumino: Las mamás actuales NO CRECIMOS CON CHATS. Durante nuestra adolescencia, tal vez alguna tuvo beeper… y la más afortunada un Nokia con el jueguito de la viborita. Tener chats es una novedad… y al parecer, tener madurez también.
Continuando con mi desfogue: el chat elite de las “mamás malas” se acabaría a la niña bailarina de bocinas. La acabarían. No sería necesario que sus compañeras la critiquen o la juzguen, el chisme correría de chat en chat tan rápido, que como buen chisme, el teléfono descompuesto terminaría en que la niña estaba bailando desnuda colgada de alguna lámpara, o algo por el estilo. Esto es lo que provocarían las mamás- no las compañeras.
Durante la adolescencia estamos en esa búsqueda tan compleja de identidad, y muchas veces, por el motivo que sea, nos quedamos atorados en esa etapa. Lo digo por experiencia, yo creo que si no fuera por años de análisis y necesidad de transformación, seguiría en mi adolescencia. Es más, creo llevo más o menos siendo adulta entre 5 y 7 años. Antes- una adolescente treintona.
No es una, somos la mayoría… y ¿qué sucede? Que ahora somos mujeres adultas, rondando los 40, criticando a niñas chicas porque no superamos nuestra propia adolescencia, no encontramos nuestra propia identidad, y la única forma que sabemos relacionarnos entre mujeres es criticándonos unas a las otras.
Señoras, parfavaaaaar, maduremos. Si no saben sumar, no resten. No proyecten en sus hijas su necesidad de aceptación, dejen de excluir, dejen de criticar. Nadie está libre de pecado, nunca. Porque lo único que están haciendo es corroborar que no tenemos la madurez para utilizar adecuadamente la tecnología, porque la comunicación que entablamos entre mamás no es de mamás, es de mujeres criticonas, adolescentes, inseguras que lo ÚNICO que van a hacer es servir como ejemplo de lo terrible que hemos sido unas con otras desde hace generaciones.
SEAMOS GENERADORAS DE UN CAMBIO. Un cambio de nosotras para nosotras.
Estamos en la era de #metoo, de encontrar el éxito laboral a la par de la maternidad, de comprobar nuestra igualdad en capacidades… y ¿esto es lo que hacemos? Me niego a creer que no podemos ser y hacer más.
Todas hacemos lo mejor que podemos, aplaudamos los esfuerzos de las mamás que nos rodean, aceptemos nuestras diferencias, seamos empáticas e integradoras. Enfoquemos nuestra energía en NUESTROS hijos y dejemos a los demás en paz. De lo contrario, no importa cuántos movimientos actuales existan para las mujeres, si no somos el ejemplo correcto para nuestros hijos, regresaremos a la edad media.
Por Raquel Caspi Miller
@psicologia.transpersonal