La mejor terapia es mi familia y los momentos con ella
Llega un punto en donde queremos salir corriendo, muchas veces planeamos la mejor escapada en nuestras mentes mientras servimos otro vaso de leche a un niño gritando. Muchas veces nos quejamos pero no nos damos cuenta que cada día es una pequeña terapia para salir adelante, algo sumamente valioso y bonito.
Los días son agotadores, ¿pero cuándo no?, las vida con los niños no se va haciendo más fácil, al menos no con la mayoría, entonces las mamás nos vamos ingeniando formas de mantener el barco a flote sin morir en el intento, y sin amargarnos la vida.
Decidimos ser madres y tal vez no sabíamos todo lo que eso iba a traer en el paquete, pero nos aventamos con mucha valentía sin saber que la pequeña familia que formamos sería nuestra salvación todos los días.
Mi familia es mi ancla, es donde siento que puedo ser yo misma, donde puedo hablar de cualquier cosa cuando no quiero pensar demasiado y con quien puedo tocar temas tan profundos que terminamos sin hablarlos en toda la noche.
Cada situación la enfrento como una terapia, ¿qué me está enseñando mi pareja en esta discusión? ¿Por qué mi hijo es así, si es reflejo de algo mío, tengo que cambiar?
Todas las vivencias son lecciones y cada hijo trae las propias. Incluso la familia política tiene algo que enseñarnos.
Pero cuando las cosas en el trabajo y de la vida adulta andan mal, el lugar donde sientes que puedes empezar de nuevo es en casa. Ver a mis hijos crecer, aprender y jugar me llena de ilusión para yo también seguir haciéndolo.
Cada reto es una oportunidad para demostrarme lo valiente que soy, y si puedo con todo esto de la maternidad, ¿por qué no podría encontrar el trabajo de mis sueños? ¿por qué no podría emprender mi negocio? ¿por qué no podría superar todo lo que me aqueja y ser la mejor versión de mi misma?
