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Estoy criando a un alma vieja en el cuerpo de mi hijo, y eso me encanta

Publicado: 20 de Noviembre 2018
Vida de mamá
Foto: IG @mamakish
Foto: IG @mamakish

Sé que mi hijo es un alma vieja, lo veo todos los días en sus ojos y en la sabiduría con la que enfrenta la vida a sus apenas 5 años.

Cuando nació, abrió sus ojos y su mirada tenía la paz más inmensa que jamás haya visto, su rostro de felicidad y calma fueron completamente nuevos para mí. Después de dos bebés llorando y gritando durante su nacimiento, mi tercer bebé se convirtió en un caso extraordinario.

Sé que tiene un alma vieja, porque a veces lo veo y siento que sabe más cosas que yo. Le gusta mirar a los otros niños jugando, es calmado y se entretiene con cosas muy simples como leer, escuchar música o ver en la ventana a la gente pasar.

Al principio pensaba que algo estaba mal con él, y después de muchas pruebas para descartar autismo, algún síndrome o retraso, me dijeron que mi bebé era perfectamente sano.

¿Por qué pensaba esto?  No se parece en nada a sus hermanos, incluso a veces ni siquiera  juega con ellos,  ama ser espectador y observar,  le gusta estar a solas y es muy inteligente.

Tenía miedo al principio de que no encajara en ningún lugar, pero al descubrir que en su escuela juega, convive, tiene amigos y hasta se sube a los árboles, descubrí que lo hace solo cuando él quiere.

Tener un hijo así, para mí, es un regalo.

Mucha gente me dice que tengo un hijo terco, malhumorado y de carácter fuerte, pero no es así. Es bueno, es noble y muy servicial, para nada se trata de mal humor, es alegre y le encanta compartir anécdotas con adultos como si él fuera uno.

A veces me dice cosas que no logro explicarme cómo llegaron a su mente, su poder de razonamiento está más avanzado que el de otros niños de su edad. Me sorprende lo rápido que aprende las lecciones y su forma de ejecutarlas después, tanto que me siento mal por subestimarlo un poquito.

Mi pequeño adulto claro que tiene sus arranques, como cualquier niño, también llora, se frustra, hace berrinches, llora cuando se pega, quiere abrazos sin medida y ama dormir abrazado a su peluche.

Pero son sus ojos lo que me dicen que su alma me eligió por algo, que sabe perfectamente cuál es su misión en la vida y que incluso podría ser más viejo que yo.

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