Por qué las mamás cansadas siempre escogemos dormirnos tarde
Cuando la noche llega y mis hijos por fin han cerrado sus grandes ojos.
Y la casa se llena de silencio y se dejan de escuchar llantos, gritos y el “mamaaaá” que nunca falla.
En ese momento me siento sumamente cansada. Mi cuerpo pide a gritos un poco de descanso, sin embargo, no me acuesto a dormir y me quedo despierta.
Es cuando puedo escoger entre dormir o tener un tiempo de tranquilidad para mí.
Y la mayoría de la veces, termino eligiendo permanecer despierta un rato.
¿Por qué? Porque soy mamá, y ese momento al final del día es el único espacio que tengo para mí.
No hay niños despiertos, no hay caos, sólo yo y mis pensamientos.
Y camino de puntitas saboreando el único momento del día en que mi casa está mágicamente en silencio.
Y entro sin hacer ruido al cuarto de mis hijos y me quedo unos minutos admirando su perfección.
–¿Cómo pude crear algo tan perfecto y hermoso? –Me pregunto maravillada.
Y agradezco por esos niños ruidosos y perfectos que aún están dormidos.
Aprovecho para meditar, para pensar, para leer y para agradecer.
Y en la calma es cuando valoro el ruido.
Ese pequeño regalo que me doy a mí misma, me hace toda la diferencia.
Me da claridad, paciencia y salud mental.
Y cuando al día siguiente oigo los ruidos de niños pequeños bajándose de la cama o gritando: “mamá”, yo estoy más que lista para recibirlos.
Porque gracias a que tuve mi momento especial, puedo estar mejor para ellos.
Sé que mañana estaré cansada, pero las mamás siempre estamos cansadas.
Pero mis hijos crecerán y sé que en el futuro tendré mucho tiempo para volver a dormir y reponer esas horas de sueño.
Inspirado en un texto de Jorrey Varney