¿Tu hijo de tres años se ha convertido en un mini adolescente? Estas son las razones…
Jamás me hubiera imaginado que esa personita que se ve tan adorable e inquieta, y que aunque su acta de nacimiento especifica que tiene sólo tres años, adoptaría una actitud de adolescente.
Sí, un MINI ADOLESCENTE…
¿Cómo es eso posible? Yo pensaba que pasando los “terribles dos” iba a descansar un poco de los berrinches y que todo volvería a su cauce normal; pero, ahora solo escucho frases como:
- “Yo puedo solo”
- “Estoy ocupado, ahora no puedo”
- “No mami, así no se hace”
- “Es que no me entiendes”
Y eso no es todo, esos cambios de humor que tiene de un segundo a otro, me han sorprendido (y preocupado) demasiado. Siento como si algo hubiera hecho mal o que no me di cuenta de algo que le afecta.
No obstante, la psicóloga de desarrollo infantil Ashley Soderlund, asegura que todos los papás de los mini adolescentes de tres años debemos aumentar nuestra paciencia, pues estos cambios son normales debido a las siguientes razones:
Aprenden a reconocer que no todo gira en torno a ellos
Por esta razón utilizan de forma más esporádica las palabras “yo” y “mío”; tienen una mayor disposición para jugar con otros pequeños y a compartir sus cosas.
Entienden que son independientes
Quieren aprovechar al máximo esa independencia que han descubierto, por lo que evitan a toda costa (incluso con berrinches o enojos) la ayuda que les ofrecen los demás.
Están aprendiendo a identificar y controlar sus emociones
Esta es la razón por la que cambian de humor cada segundo, pueden estar de “buenas” y al segundo ya se enojaron porque “pasó la mosca”.
Intentan resolver conflictos
Tal vez no lo hagan de la manera correcta, pero lo intentan, es decir, no dudarán en recurrir a los abrazos, manotazos, rasguños o mordidas para “solucionar” algo que consideren un problema.
Usan más la empatía
A esta edad saben cuando una persona está triste, feliz, enojada, aburrida o cansada, es decir, son empáticos con los demás y tratan de ayudar cuando lo creen necesario.
Con esto me doy cuenta que en un abrir y cerrar de ojos mi hijo pasó de ser un bebé a un niño independiente, que es capaz de elegir su ropa (aunque nada combine entre sí), a pedir lo que quiere comer y a jugar lo que quiere en el momento que lo decide. A mostrar sus emociones en el momento que así lo necesite sin importar lo que piensen los demás.
Sin embargo, sé que esto es pasajero, así que evito tomar cualquier comportamiento de mi mini adolescente como algo personal; mejor trato de entenderlo (y contar hasta 100) para no perder la calma y así guiarlo lo mejor que pueda.