Gracias mi bebé arcoíris por enseñarme a amar y a confiar… otra vez
Agradezco infinitamente a la vida por el regalo más grande que me ha dado: mi bebé arcoíris… Sí, arcoíris porque vino a iluminar mi vida, a quitarme los miedos y mostrarme el amor incondicional.
¿Por qué lo llamo arcoíris? No es algo que yo haya inventado, ese término ya existía y se refiere a los hijos que nacen después de perder a uno, ya sea en embarazo espontáneo o después de nacido. Sí, efectivamente, yo perdí a mi primer bebé. Esta es mi historia:
Después de intentar por un año… ¡Por fin, quedamos embarazados mi esposo y yo! La noticia nos llenó de alegría, amor y esperanza. Sin embargo, después de dos meses y medio, una mañana desperté con fuertes dolores en el vientre y un sangrado incontrolable; cuando llegué al médico ya no había nada que hacer… había tenido un aborto espontáneo.
En ese momento sentí una profunda tristeza, incredulidad y enojo… no podía aceptar que en realidad estaba pasando, esperaba que se tratara de una pesadilla, pero no fue así. Con el tiempo fui aceptándolo, más no superándolo. Aprendí a vivir con el dolor.
Un año después, con mil estudios y preparación, decidimos intentar nuevamente quedar embarazados, pero fue hasta los dos años que recibimos una noticia POSITIVA.
En ese momento recordé lo que había pasado tiempo atrás y me embargó la felicidad acompañada de un miedo terrible. Mil preguntas y dudas vinieron a mi cabeza: ¿si pasa lo mismo?, ¿todo saldrá bien?. Conforme se acercaba el mes en que había pasado todo, sentía temor, angustia y desesperación de que volviera a ocurrir…
Pero no fue así, mis temores se dispersaron en cuanto sentí cómo se movía mi hijo dentro de mi, le platicaba y, automáticamente cambié mi chip por un pensamiento positivo. Ahora, volteo a ver a mi hijo y agradezco cada segundo de estos cuatro años que he tenido conmigo a mi bebé arcoíris.
Por último, quiero compartir este poema en homenaje a los bebés arcoíris que me pareció hermoso porque es un reflejo de lo que realmente sentí y pensaba en el momento que esperaba a mi segundo hijo…
Ha pasado mucho tiempo, pero parece que fue ayer,
cuando lloraste al ver de nuevo, la cruz en aquel test.
La mezcla de emoción, de alegría, de ilusión,
con recuerdos de dolor, de esperanza, de un adiós.
“Yo esto no lo digo todavía”, le dijiste a papá,
“Creo que no soportaría que volviera a pasar”,
“No cariño, no lo sabrá nadie, no lo vamos a contar,
cuando sea más adelante, ya diremos la verdad”.
En tu vientre yo crecía, y te oía agradecer,
que llegara un nuevo día, otro nuevo amanecer,
y así se acercaba el momento, yo notaba tu dolor,
cuando todo coincidiría con cuando él os dijo adiós.
"Tengo miedo, hoy es el día, no hago más que llorar”,
le dijiste temblorosa, y papá te fue a abrazar.
“No me sueltes”, “No te suelto”, “Te quiero”, “Yo también,
mañana llega la esperanza… sé que lo vas a lograr”.
Y llegó el momento de un control, el de otra ecografía,
y de nuevo os cogíais, esperando una reacción.
“¿Por qué no habla? ¿Por qué no nos mira?”,
y gritaste de alegría, al oír fuerte mi corazón.
Ha pasado mucho tiempo, pero parece que fue ayer,
cuando lloraste al ver de nuevo, la cruz en aquel test,
ya estoy listo para verte, ya viene otra contracción,
son las olas que me acercan a la orilla de tu amor.
Ya estoy aquí, no me sueltes, no te separes de mí,
tras el nudo en el ombligo, solo tus brazos me unen a ti,
veo tus ojos, veo esa luz, es un brillo muy especial,
como un arcoiris que aleja la lluvia, que llega para sanar.