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Mi hijos podrán reclamarme mil cosas...

Publicado: 6 de Febrero 2018
Vida de mamá
Foto: IG @lifeinpics_blog
Foto: IG @lifeinpics_blog

Podrá reclamar mil cosas como

Que sus pasteles de cumpleaños no se parecían a los del aparador, que no me sabía de memoria su curp o que cambió de actividades extraescolares constantemente.   Que sus cumpleaños no tienen tanta fastuosidad, que no hago la decoración a mano y que tampoco estoy un mes antes organizándolo.

Que no tengo talento para las manualidades y que no sé dibujar; que los botones se los cose su papá, porque le sale mucho mejor que a mí.

Y que a la hora del té no tiene galletitas caseras con formas de animales, como algunos de sus amigos.

Que no le compro algo en la tienda cada vez que lo pide, y que sólo tiene una actividad extracurricular (¿para qué más?); que la tostada siempre me sale un poco más quemada de lo que a él le gusta, y que a mis chocolates calientes le faltan un poco más de sabor.   Que siempre salimos corriendo de casa para no llegar tarde, y que en el campo no lo dejo cambiarse la ropa todas las veces que le gustaría.   Y todo es un poco cierto porque…   Sus tortas de cumple nunca fueron muy fotogénicas y sí un poco desprolijas, a decir verdad; pero siempre fueron chocotortas con generoso relleno y regios muñequitos del superhéroe de turno.   Sólo me sé mi propio número de documento y, a la fuerza, tuve que aprenderme el de su papá, un poco porque me obligó.   Sus cumpleaños no son "de revista", pero sí son imaginados y creados con mucho corazón; aunque la decoración sea comprada y lo organice en una semana.   Podrá criticarme muchas cosas, pero… ¡yo siempre estuve ahí! No me perdí la primera vez que se sentó solo o que dio su primer paso; estuve ahí.   No tuve que dejar indicaciones cuando tuvo fiebre, porque estuve ahí.   Nadie me contó cómo fue que aprendió a nadar, cómo se animó a tirarse del trampolín antes de los tres años; cómo saltó de alegría cuando, por fin, le salió decir la doble erre, ni la cara que puso cuando se encontró con el mar. Estuve ahí.   Nadie me explico cómo abrazó a su perra cuando la conoció, yo estaba ahí, ni cómo sonrió cuando pudo escribir su nombre.   Tampoco tuve que pedir que me describan sus gestos cuando aprendió a andar en bici sin rueditas porque...   ¡Yo estuve ahí!   Me gusta pensar que no me perdí de nada, porque siempre estuve ahí. Creo que es lo único que él, de verdad, necesita.   Mechi Manrique de Life in pics blog para Naran Xadul http://bloglifeinpics.blogspot.mx/ @lifeinpics_blog

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