Cómo hice para que mi hijo se quede en el kínder sin lágrimas
Sin que me diera cuenta, llegó el día en el que mi hijo y yo nos tuvimos que separar: él iba a la escuela y yo al trabajo. No lo niego, ese momento estuvo lleno de tantas emociones que ahora que lo recuerdo se ve tan lejano.
Cuando llegamos al kínder mi hijo estaba muy emocionado, porque días antes le estuve platicando todo lo que iba a aprender y que conocería a muchos amigos. Así que nos dimos un gran beso (yo aguantando las lágrimas) y él se fue a conocer a amiguitos.
Esta actitud me pareció muy madura para su edad (dos años) y asumí que algunos tips que pusimos en práctica tanto su papá como yo, le ayudaron para superar esta etapa. ¡Te los comparto para que tus peques se queden en el kínder sin lágrimas!
1. Ten mucha comunicación con tu peque Mientras platiquemos y expliquemos lo que pasará, más tranquilo estará. Recuerda que el desapego es una etapa de muchos miedos (a ser abandonado, a no tener la atención de siempre, a convivir con “desconocidos”).
2. Crea un ambiente similar en casa Antes de que llegue el momento de ir al kínder, juega con él a la escuela en casa. De esta manera se familiarizarán con lo que pasará. Si es necesario compra crayones y papeles para que se pongan a dibujar. También canta canciones.
3. Enséñale la escuela Haz una cita en la escuela y pide permiso para recorrer sus instalaciones, así reconocerá el lugar y se sentirá más tranquilo.
4. Refleja seguridad Nuestros hijos nos están observando constantemente (SOMOS SU EJEMPLO), así que no dudes en reflejar seguridad y tranquilidad ante esta nueva etapa. Si te ven preocupada o triste, seguramente el pequeño lo sentirá y asumirá este cambio como algo poco positivo.
5. Convivan con sus maestras Es importante que tu peque conozca a su miss y que vea que interactúa contigo, de esta forma se tranquilizará y asumirá que será alguien en quien puede confiar.
6. Nunca te vayas sin despedirte Tiene que ser una despedida corta, pero muy cariñosa. Si de pronto desapareces sin decir nada, tu pequeño podría tomarlo como abandono, lo que lo llenaría de miedo.
Foto: IG @purllamb
Sé que como mamá nos invaden miles de emociones que se mezclan entre sí. En mi caso, quería llamar casi cada media hora para ver si todo estaba bien. Incluso, el día se me hizo eterno y quería que pasaran “volando” las horas para ir por mi hijo y asegurarme que estaba feliz. Sin embargo, mi propio hijo me dio una lección, ya que él mismo (según cuentan las maestras) consolaba a sus compañeros que lloraron cuando los dejaron sus mamás en la escuela. Así que gran parte de que se quede tranquilo, es la seguridad que le damos nosotros como padres a ellos.
¡Feliz regreso a clases!