A veces se me olvida lo afortunada que soy de tenerlos...
Cada noche mientras duermen, entro al cuarto en puntitas de pie para tocarles su pancita y corroborar que respiran. Les acarició la cabeza, suave para que no despierten y los miro entre las sombras de la lamparita, tan perfectos, tan puros, tan míos.
- A veces se me olvida lo afortunada que soy, se me olvida cuanto lloré cuando perdí aquellos embarazos. Cuánto envidiaba a las que tenían a sus hijos sin ningún problema.
- A veces se me olvida cuanto recé para tenerlos y el amor inconmensurable que sentí la primera vez que los vi.
- A veces se me olvida con cuánta ilusión los esperaba mientras los imaginaba, nos imaginaba.
- A ratos se me olvida el pavor que tenía de ser una mala mamá y como ustedes me enseñaron a no serlo.
Cuando entro mientras duermen, mi corazón, agotado por las actividades del día y por las tensiones, se apacigua en ese mismo instante y en un exhalar eterno se llena de amor y energía para afrontar la próxima jornada que llegará en muy pocas horas, mientras me repito a mi misma lo afortunada que soy de tenerlos cerca y sanos.
Mi vida podría haber tomado mil caminos, pero terminó aquí siendo su mama, por elección, por devoción, por amor.
Por eso, cuando el cansancio me gana y la rutina me consume simplemente me olvidó por momentos de lo suertuda que soy y es ahí cuando corro a buscar el lápiz para plasmar esto que siento en un papel así ya no se me olvida: Quiero que sepan que cada noche antes de cerrar los ojos y sin importar cuán pesado haya sido el día le agradezco a Dios por el privilegio de ser su mamá y que el amor incondicional que por ustedes siento, hijos, ese nunca se olvida.
Por Ana Acosta Rodríguez ~ @mamaminimalista