Lo que te molesta de tu hijo dice mucho de ti
“El hijo con el que peleas más, es el que más se parece a ti”, es una afirmación que seguro has escuchado alguna vez y te ha hecho pensar: ¿será cierto?, ¿será que lo que te molesta de tu hijo, es algo que aprendió de ti?
Sin duda, tus hijos son tu reflejo; desde que son muy pequeños, los niños aprenden a adaptarse a su entorno gracias a la imitación, a esas conductas y comportamientos que ven en ti, porque, efectivamente, eres su espejo.
Por esta razón, lo que te molesta de tu hijo dice mucho de ti. No sólo por todo lo que aprende de ti, sino también por aquellas proyecciones que haces de forma inconsciente en tus hijos, de acuerdo con la psicóloga Martha Alicia Chávez, autora del libro “Tu hijo, Tu espejo”.
Hay varias formas en las que esto puede afectar tu relación:
1. Por un lado, cuando ves en tu hijo un rasgo de personalidad que parece molestarte muchísimo puede ser que haya una parte tuya que tenga este mismo rasgo, pero de forma consciente no te gusta o la rechazas. Por ejemplo, cuando ves en tu hijo mucho protagonismo, puede despertar en ti tu propio rechazo a este lado protagónico tuyo que has negado y que tu hijo saca a la superficie.
2. También podemos hablar de situaciones en las que identificamos que nuestros hijos se parecen a nosotros y de inmediato creemos que van a repetir nuestras propias historias. Si tú eres tímido y sientes que esto te ha traído dificultades, al ver a tu hijo con estas características te imaginas que repetirá la misma historia, por lo tanto reaccionas con un rechazo o la necesidad de modificar la timidez en tu propio hijo.
3. Otra forma en la que actúan como espejo es que reflejan expectativas y frustraciones con la vida. Cuando tu esperabas algo de la vida y tu realidad fue distinta, puedes llegar a ver a tu hijo como otra oportunidad para que estas expectativas ahora sí se cumplan con él. El problema aquí es que tu pequeño es un individuo con sus propias expectativas y experiencias más que una oportunidad tuya para redimirte.
Finalmente, tu hijo puede sacar a la luz etapas específicas de tu vida (infancia o adolescencia) con temas no resueltos, y cuando nuestro hijo atraviesa esta misma etapa parecería que sale de nuestro interior el NIÑO lastimado a interactuar con nuestro hijo.
Por ejemplo cuando tu pequeño de 4 años no se quiere ir a bañar, sale tu niño interior de 4 que se siente frustrado e impotente de que las cosas no sean como quiere; y desde ahí reaccionas tú gritando o haciendo berrinches adultos.
Sin embargo, lo único que quieres es que él sí pueda cumplir con lo que tú no pudiste o corrija los errores que cometiste. Y cuando no pasa lo que tú esperas, es normal que te moleste y desespere todo lo que haga tu hijo.
¡Date cuenta y sana tu relación mamá-hijo!
Cuando notes que la mayoría del tiempo peleas con tu hijo o no te gusta nada de su comportamiento, haz un alto para analizar las razones de esas emociones que te genera. Revisa tu propia historia y los pensamientos o emociones que estas situaciones te están generando. Perdónate y recuérdate una y otra vez que son individuos con destinos e historias propias, y que tu trabajo es guiarlos en su viaje más que vivirlo por ellos.
Una vez que encuentres las proyecciones que hiciste con tu hijo, será más fácil cambiar los pensamientos y sentimientos negativos (rechazo, rencor, culpa) por positivos (amor).
Cuando el amor predomina en la educación de tus hijos, ten por seguro que serán adultos honestos y productivos que sabrán amar.
Por eso, no titubees ni un segundo para decirle lo mucho que lo amas, lo que te gusta tanto de él y darle la libertad de que elija su camino, que cometa sus propios errores.
Revisado por Karen Zaltzman, Coach en crianza.