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7 heridas de las niñas cuando no se sienten queridas por sus madres 

Publicado: 26 de Febrero 2020
Criando con consciencia
Foto IG: justy_olive
Foto IG: justy_olive

Muchas mujeres crecemos con heridas desde la infancia que si no sanamos, es muy probable que las pasemos a nuestras hijas cuando seamos madres. 

Las que más nos impactan son las que se forman cuando no nos sentimos queridas por nuestras mamás, conociendo estas heridas y trabajando en ellas es como podemos evitar que nuestras hijas pasen por la misma situación. 

Esta teoría estaba basada en el trabajo de Mary Ainsworth y Mary Main, psicólogas estadounidenses que se encargaron de investigar y analizar el apego, así como las relaciones interpersonales a cualquier edad. 

Ellas decían que si una madre era amorosa con su hija desde pequeña, las niñas crecerían sabiendo que merecen ser amadas, tener atención, ser vistas y escuchadas. Pero si por el contrario, las muestras de amor no existían, esa niña crecería pensando que sus relaciones con los demás no son confiables.  

Las primeras relaciones son las más importantes, pues representan la forma en la que nos involucramos con otras figuras en la vida adulta. 

Así es como podemos reconocer si nosotras o nuestras hijas tiene estas heridas:  

1. Se sienten poca cosa. 

Al ser ignoradas o criticadas constantemente, crecerán con el sentimiento de nunca ser suficientes. Cuando son mayores, esta herida es visible en sus ideas o proyectos. Se sienten menos de inmediato, pero temen decirlo en voz alta porque suponen que todo mundo lo desaprobará como cuando eran niñas. 

2. Dudan de todo. 

Tienen miedo de salir lastimadas constantemente en sus relaciones de amistad o con sus parejas, ya que sienten que las relaciones no son confiables, pues tampoco lo eran con sus mamás. Los altibajos emocionales pueden ser constantes, al igual que los celos, la infidelidad o la obsesión. 

3. No saben establecer límites con los otros. 

Al tener una falta de atención por parte de sus madres se vuelven complacientes con los demás, por lo que no establecen límites sanos, ni tienen relaciones saludables. No saben decir que no y ponen sus necesidades a un lado cuando se trata de los demás. 

4. No se aprecian.

Cuando las niñas crecen sin aprobación de la única persona que debería amarlas sin condiciones, al ser adultas reprimen sus logros, tienen pocas ganas de crecer o ser exitosas, pues se sienten sin valor. 

5. Siempre están a la defensiva. 

Cuando las primeras relaciones son poco afectivas, evitarán sentirse así de nuevo con otras relaciones. Por lo que se encontrarán a la defensiva constantemente con sus nuevas parejas, pues aunque quieren una relación, inconscientemente no querrán volver a sentirse lastimadas. 

6. Estados de ánimo volubles. 

Son muy sensibles, llegan a ofenderse con bromas que no tenían la intención de hacerlo y no soportan los desaires. Tienen problemas para controlar sus emociones y se sienten sobrepasadas por ellas, pues no cuentan con las herramientas para trabajarlas. 

7. Atraen una relación igual. 

Las pareja que escogemos tiene mucho que ver con la relación que tuvimos con papá y también con lo que mamá nos enseñó acerca del amor. Si bien es más común escuchar que las mujeres eligen a los hombres que se parecen a su padre, también pueden elegir parejas que las traten igual que su mamá. Terminarán asumiendo el mismo rol que con sus madres en casi todas sus relaciones, y repetirán el mismo trato y carencias con sus hijos cuando sean madres. 

La única forma de sanar estas heridas es con terapias psicológicas. Si sientes que tienes una o varias de ellas, es importante que pidas ayuda y que pongas especial atención al trato que le das a tus hijos. 

Fuente: Psychology Today

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