¿Tu hijo sólo hace caso cuando le gritas? Aquí la razón...
La primera vez que le hablas a tu hijo y no te hace caso piensas que tal vez no escuchó, insistes una vez más, pero sigues sin obtener respuesta y… después de otras cuatro veces, sale de tu interior ese grito desesperado y enojado para pedir las cosas y de paso regañar al niño. Y sólo así… logras la atención del pequeño.
Después de esto, te preguntas: ¿por qué tengo que llegar a los gritos para que mi hijo haga caso?, ¿por qué no escucha la primera vez que le pido las cosas?, ¿por qué se convirtió en un niño desobediente?
La realidad es que está creciendo y está mostrando -en cierta forma- su independencia. Quiere mostrar que puede hacer las cosas que quiere y puede decidir por sí mismo y demostrar su iniciativa.
No obstante, el problema está en que a veces sus decisiones y propuestas no coinciden con lo que tú tenías planeado o con lo que consideras que es seguro o necesario para él, y es cuando empiezan los problemas y confrontaciones; ese “estira y afloja” que desgasta la relación entre ustedes y sólo se hacen caso cuando gritan.
Pero, una de las razones es que, de acuerdo con una investigación publicada en Child Development, los niños frecuentemente quieren hacer exactamente lo que sus papás no quieren que hagan, sobre todo cuando se trata de invadir su espacio (en la elección de su ropa, sus amigos o la forma en que se entretienen).
Si ellos creen que has pasado sus límites, entonces crean una autodefensa en la que te ignoran, porque para ellos no tiene relevancia lo que quieres que hagan; están mostrando que puede decidir por sí mismos.
“Los niños hacen distinciones importantes entre diferentes tipos de reglas cuando razonan sobre decisiones y emociones". Justo, es cuando deciden ignorarte o hacerte caso. Si optan por lo primero, lo seguirán haciendo hasta que vean una reacción definitiva en ti, como los gritos, y no les quedará de otra más que obedecer.
Por eso, es necesario generar un poco de empatía con los niños, es decir, no es fácil que un adulto te esté diciendo mil veces las cosas y que todo el tiempo te diga qué hacer y cómo hacerlo, sobre todo cuando eres tan pequeño que no entiendes realmente el porqué no puedes hacerlo.
Es muy importante que como papás mantengan la calma y sean más tolerantes y comprensivos con ellos, así como buscar una mejor forma de comunicación para que sientan que tendrás una reacción desde la primera vez que le pidas algo.
Pero, ¿cómo lograrlo?, ¿existe una fórmula mágica?
No es magia, sólo es dejar a un lado los gritos y no usarlos ni como primero ni como último recurso para que hagan caso, simplemente es adoptar algunas técnicas que les permitirán convivir en paz.
Sólo toma en cuenta que los niños pequeños muchas veces no escuchan a los papás porque su cerebro tiene la capacidad de poner atención a cierto número de estímulos, y es más atractivo seguir jugando que hacer caso para meterse a bañar. Sencillamente, muchas veces no están escuchando porque la voz de la mamá no está entrando en el umbral sensorial.
Estas estrategias a continuación, sirven para ponerte a su nivel y verlo a los ojos:
1. Antes de pedirle algo, fíjate que te esté poniendo atención. Al hacer esto, le estás enseñando que sólo lo dirás una vez, ya que al preguntar una y otra vez las cosas, hasta que gritas, le estás enviando el mensaje de que puede ignorarte hasta el momento en que gritas.
Para lograrlo, ponte a la altura de tu hijo y haz contacto visual mientras le explicas lo que necesitas que haga.
2. Respeta su tiempo. Lo ideal es que si ves que está ocupado haciendo algo y, realmente no te urge lo que necesitas, pídele que cuando termine de hacer sus cosas, te ayude, o dale un tiempo para cumplir con tu petición.
3. Explica la importancia de que te hagan caso. A veces los niños ignoran las razones por las que pides algo, así que la próxima vez que le pidas que se ponga los zapatos dile que es porque tienen que salir a algún lado en cierto tiempo, o que recoja sus juguetes para que no se tropiece, etc.
Básicamente, es mostrarle las consecuencias de su comportamiento, es decir, qué pasaría si no lo hace o en qué beneficia al hacer caso.
Para lograr estas estrategias es importante que no te tomes personal la resistencia de los niños a las reglas, ni creas que es algo que está mal contigo o con ellos, sino simple y sencillamente que a veces es cansado que te estén diciendo qué hacer sin entender esa lógica.
Karen Zaltzman, Coach de crianza; Psychology Today