Si no eres mamá, por favor, NO juzgues
Te lo digo porque yo ya estuve de tu lado una vez, y lo hice muchas veces sin saber realmente por lo que esas mujeres estaban pasando. Así que por favor, si no eres mamá, no me juzgues ni a mí, ni a ninguna otra mamá.
Por favor no des tu opinión cuando veas a una mamá luchando con el berrinche de un niño de 4 años en el súper, no veas feo a esa familia que apenas pudo salir a tiempo para llegar a comer a un restaurante y su hijo no quiere estar sentado calladito en su silla, porque así son los niños, no se quedan quietos y difícilmente van a estar tranquilos más de 10 minutos en una silla.
No digas, “si yo fuera ella ya lo hubiera levantado de inmediato” o que los hijos son así, “porque es una mala mamá”.
Dejame decirte que no, no tienes derecho a opinar porque NO TIENES HIJOS. No tienes derecho a juzgar si es una buena o mala mamá porque su hijo está haciendo berrinche, ni tampoco a hacer sentir mal a alguien con tus miradas cuando no has estado del otro lado.
Porque tú solo estás viendo la escena de 5 minutos, pero no has vivido las 24 horas de atender, hacer de comer, jugar, abrazar, arrullar, bañar, llevarlos a la escuela, recogerlos, y encima querer hacer tus propias cosas. Y créeme, una vez que estés ahí lo entenderás.
Porque no se trata solamente de levantar a un niño y llevártelo para que no moleste a los demás con sus gritos. Los niños gritan, corren, lloran, se emocionan, brincan, porque es su naturaleza, y cuando algo no les gusta la única forma que conocen para expresar sus sentimientos es explotando en llanto o gritos, porque su cerebro todavía no está desarrollado lo suficiente para autocontrolarse.
Así que como papás, además de todo lo que hacemos, también los estamos guiando para que el día de mañana puedan hacerlo por sí solos, para que sepan reconocer sus emociones y darle solución a las cosas que les frustan. Para que sean buenas personas con los demás, buenos ciudadanos y buenos padres. Y en este camino vamos a pasar por miles de berrinches.
Porque sí, les enseñamos a estar tranquilos en lugares donde no pueden correr, pero los niños se aburren y encuentran su propia diversión.
Les enseñamos a no tirar la comida de sus sillas, pero para ellos es la forma de descubrir cómo funciona el mundo y es emocionante ver que las cosas se van directo al suelo, porque es un juego.
Les enseñamos a tratar de darle solución a lo que no les gusta, pero también los dejamos llorar porque es lo más sano para ellos, porque tienen que entender sus emociones y la única forma de lograrlo es viviéndolas.
Algo que tú también hiciste hace muchos años pero no te acuerdas porque tu mamá fue la que te acompañó durante todo ese proceso y gracias a eso hoy en día no te sueltas a llorar en cualquier lugar.
Por favor no juzgues si no lo has vivido, porque los papás estamos lidiando con cosas sumamente difíciles y la presión social con ojos juzgones no nos ayudan para nada.