Querida mamá, no lo estás haciendo mal, simplemente la maternidad es así de dura
No es fácil, pero eso no significa que estés haciendo todo mal, simplemente te enfrentas a cosas diferentes, a responsabilidades nuevas y eso siempre hace que todo se sienta terrible.
No tenemos las respuestas en el cajón, o un libro de consultas, mucho menos hay una escuela a la que podamos ir para ser mejores mamás cada día.
La maternidad es dura, es cruel, es fría, pero también nos hace ser mejores personas, nos da la oportunidad de no repetir los errores que cometieron con nosotros, nos vuelve resilientes, pacientes, fuertes y el amor, el amor que te permite experimentar no tiene límites, no se puede describir.
Pero no es un cuento de color de rosa, no es una cuenta de instagram con niños perfectamente vestidos, con cuartos sacados de una tienda de muebles y sonrisas todo el tiempo.
Hay gritos, hay popó en todos lados, hay ropa sucia, trastes que lavar, comida echada a perder en el refrigerador, esposos que se sienten abandonados. Hay días de soledad, noches inmensas y frío, hambre, ganas de salir corriendo, de volver a ser la de antes y encontrarte de nuevo con tus pasiones, tus sueños que sientes que han quedado en pausa, olvidados.
Pensar en esto no significa que seas la peor o que no lo estés haciendo bien. Esto no es una competencia por ver quién es la mejor, quién ya regresó a su peso, quién tiene a los niños en más actividades.
Así que si te sientes derrotada, está bien. Si sientes que ya no puedes, está bien. Si quieres llorar, está bien. Si necesitas un día libre, está bien.
Está bien. No eres un robot programado para cambiar pañales, alimentar, bañar, recoger la casa y darle un beso de buenas noches a tu marido.
Este mundo caótico de la maternidad nos lleva al límite en todos los sentidos, nos saca de nuestras zonas de confort, nos hace movernos, cambiar. Y la realidad es que los cambios a todos nos asustan, por eso se siente así de duro y cruel. No hay días iguales, no hay rutinas que duren para siempre, no hay fórmulas que funcionen exitosamente todos los días, y tenemos que adaptarnos.
Pero sabes qué es lo mejor, que esto tampoco dura para siempre. Y sé que encontrarás el ritmo de tu vida, sé que volverás a cocinar, a correr maratones, a tener la casa como te gusta, a dormir, a dejar de ver juguetes tirados por todos lados. Sentirás de nuevo que tienes todo bajo control y tal vez vendrán otros problemas, tales que hasta extrañarás ésta etapa.
No te sientas sola, somos muchas las que cada día estamos luchando con todo a la vez, y eso no nos hace las peores.