Nunca lo había pensado, pero tener una niña me cambió la vida
Si algo tengo por seguro en esta vida, es que estaba en mi destino ser madre. Desde que tuve a mi bebé en mis brazos no ha pasado por mi mente esa duda, pero ser mamá de una niña, ha sido definitivamente la mejor sorpresa que me han preparado.
Antes de saber que sería niña, soñé más de 2 veces con ella. Acariciaba su cabello y la sacaba de mi vientre para verla, después de besarla y tenerla en mi pecho, la regresaba a la pancita. Era un sueño muy extraño, pero siempre que soñaba con mi bebé, era ella.
Cuando por fin mi bebé se dejó ver, después de 6 meses, y la doctora confirmaba lo que mis sueños ya me habían mostrado, mi corazón se llenó, por completo.
Y estoy profundamente agradecida por eso, por haberla conocido, por tener la oportunidad de tenerla en mis brazos todos los días, por elegirme para ayudarle a crecer y ser su guía, porque siempre quise una hija.
No es que tenga algo en contra de los niños, pero no los tengo, y tal vez sea por alguna razón.
Crecí con una relación complicada con mi mamá, veía la serie de Gilmore Girls y me moría por ser esa mamá, que más allá de ser buena onda, era tan cercana y comprensiva con su hija, tenía claro que ese era el tipo de relación que yo quería con la mía.
Después de muchos años de terapia, varias pláticas profundas y clavados al interior para poder perdonar, he logrado tener la relación que siempre quise con mi mamá, y por eso creo que a mí me mandaron a una niña, para poder enmendar todo eso, para no repetir la historia familiar y reparar a las futuras generaciones.
Porque ahora tengo la oportunidad de cultivar una relación amorosa y respetuosa, y vaya que la que más me ha enseñado es ella. Con su caracter tan fuerte, tan auténtica, tan amorosa y respetuosa, con una voz que más allá de ser mandona, sabe lo que quiere a sus 2 añitos.
Eso me encanta, y me asombra todos los días, porque no se trata únicamente de vivir con glitter y ropa de princesas, o de pasar las noches cepillándole el cabello mientras leemos cuentos de amor.
Se trata de conocer y aceptar su personalidad sin importar si cumple tus expectativas, de reconocer que una niña tan pequeña tenga una voz tan fuerte que se hace escuchar en cualquier lugar, que puede usar vestidos y botas de bombero, mientras busca bichos en el jardín.
Se trata de aceptar sus opiniones, que en realidad son muy fuertes, de escucharla hablar y pedir que nunca deje de usar esa voz que la llevará muy lejos. De verla dibujar, pintar y usar sus manos para expresarse, y saber que tengo que dejarla ser lo que ella decida, porque eso es lo que la hará feliz en realidad, poder desarrollarse plenamente mientras experimenta.
De hacerle ver que es muy hermosa, porque lo es, pero que también hay que ser buenas personas, respetar, ser amorosos y amables con los demás. Y noto que su corazón es enorme cuando juega con sus muñecas, las cambia y las duerme con mucho cuidado, cuando le da la mano a su compañero del kinder que llora en la entrada para que entren a jugar, cuando reconoce que a papá le duele algo y lo llena de besitos.
Ser mamá de una niña te hace trabajar todos los días para enseñarle, con el ejemplo, que tiene que aceptarse a sí misma, que puede elegir la profesión que ella quiera y ser exitosa si es constante y trabaja duro.
Una niña te enseña a ser mejor ejemplo de mujer, a aceptarte a ti tal cual eres, a no hablar mal de tu cuerpo, ni del cuerpo de otras mujeres. A pensar dos veces en los juicios que emites de otras personas, porque sabes que ella podría un día pensar así de sí misma, y no te lo perdonarías.
Y así, con sus manitas pintadas de brillos, su forma tan peculiar de tararear las canciones, su gusto por las arañas, sus besos al despertar, el odio que le tiene a estar peinada, su amor al amor al baile, su habilidad para reconocer más de 20 tipos de bichos, la locura que tiene por abrazar gatos y perros de la calle, y las miles de palabras nuevas que implementa a su vocabulario, una niña te regresa a tu niñez, como una nueva oportunidad de enseñarle lo que a ti te hubiera gustado que te enseñaran.