No hubo latido y mi corazón se deshizo.
La silla fría, el gel que se sentía como pequeñas agujas sobre mi vientre plano, mis manos sudando. La voz de mi doctora estaba a punto de revelarme lo que jamás había imaginado, lo que más miedo me daba cuando vi las rayitas pintadas en la muestra de orina. No había latido.
No lo hubo durante la media hora que estuvimos pegados al monitor esperando una señal de vida de quien habría de iluminar la mía.
Habíamos esperado tanto ese momento que la noticia fue desgarradora.
¿Fui yo? ¿Hubo algo mal en mi cuerpo que hizo que ese bebé no pudiera lograrlo? ¿Es mi ADN? ¿No es el momento? ¿Acaso no estoy lista? ¿Fue algo que hice en mi juventud? ¿Nunca seré mamá?
Todo lo que pasaba por mi mente eran dudas, dudas y pensamientos hirientes sobre mí misma mientras mi marido me abrazaba como si el mundo se nos hubiera venido abajo y él hubiera hecho un caparazón con su cuerpo sobre el mío a medio morir. Así lo sentía.
Sé que un porcentaje de los embarazos en el primer trimestre no se logran. Es selección natural, ciencia, o algo muy normal para todos los demás.
Pero cuando te pasa a ti, te sientes una en un millón con ese dolor. No hay nadie que pueda entender todo lo que se pierde cuando no se logra un bebé. Todo lo que tienes que dejar ir y desprenderte.
Pierdes la esperanza de ver tus sueños cumplidos, pero sabes en el fondo de tu corazón que lo harás después de superar el dolor y el duelo de la pérdida.
Pierdes la confianza de que tu cuerpo podrá con esa labor, y cuando llegue el momento de engendrar a un bebé, con un latido tan fuerte como el tuyo, sabrás que estuviste equivocada y aún con miedo, rezarás todas las noches por ese milagro.
Pierdes la fe, porque te sientes tan devastada que llegas a creer que alguien no quiso dejarte un cachito de felicidad. Pero es ahí mismo, en la fe, en donde volverás a encontrar el amor y creerás de nuevo, con el apoyo de tu gente y de tu esposo.
Sentirás que pierdes a tu marido también, al ver que su duelo es distinto o que retoma su vida como si jamás hubiera sucedido. Pero a ellos también les duele, porque aunque no estaba en su cuerpo, ha perdido una parte de su vida. Y cuando logren comunicarse y conectar de nuevo a pesar de sus distintas formas de superar el dolor, se sentirán más unidos que nunca, esto hará tu familia más fuerte.
Y de pronto un día la vida volverá a regalarte todo eso que se te fue con tu primer embarazo, con tu primer bebé sin un latido, con la pérdida.
Volverás a emocionarte con otra prueba positiva, volverás a imaginar tu vida llena de niños, volverás a creer y a tener fe, y volverás a enamorarte de alguien que no conoces.
Porque tal vez su misión fue hacerte más fuerte y más sabia para que pudieras dar tu amor sin medida después.
Y aunque nunca lo vas a olvidar, aprenderás a ver lo bonito de la vida, porque sabes lo efímera que es.
Por Silvia Ruiz para Naran Xadul