Abuelos construyen una casita de ensueño para su nietas
Los abuelitos son las personas más consentidoras de este mundo. Cada momento es bueno para consentir a sus nietos; no hay nada que pueda impedir la mínima demostración de amor por ellos, ni siquiera la cuarentena por el coronavirus.
Un ejemplo son dos abuelitos que viven en Galicia, España. Ricardo y Mercedes, al ser parte del grupo de riesgo de contraer coronavirus (él tiene problemas del corazón y ella padece asma), tuvieron que pasar solos la cuarentena, sólo uno de sus hijos les llevaba lo necesario.
Sin embargo, después de tres meses, Ricardo necesitaba una distracción para sobrellevar la cuarentena, así que le propuso a su esposa Mercedes iniciar un proyecto: construir una casita de madera para hacer felices a sus nietas más pequeñas llamadas Judith y Miriam.
A través de su cuenta en Twitter (@israelremuinan), Israel Remuiñán, también nieto de Ricardo y Mercedes, narra que las niñas viven en una ciudad lejana a sus abuelos, pero les gusta mucho pasar las vacaciones con ellos.
Una vez que planearon la casita, los abuelos pusieron manos a la obra y empezaron a juntar tablas de madera, compraron pintura de colores, eligieron los peluches favoritos de sus nietas y juntaron fotos de las niñas.
Cada día que pasaba, pensaban en la gran sorpresa que se llevarían las niñas. Eso era su fuente de inspiración y de esfuerzo. ¿Y qué crees? No se equivocaron, al terminar la cuarentena en España, las niñas visitaron a sus abuelos, quienes emocionados mostraron su hermoso regalo.
Las niñas se quedaron sorprendidas al ver que su casita de ensueño tenía jardín, vallas, ventanas, luz artificial y literas de madera para que puedan dormir a sus muñecos.
Era un deseo que tenían las niñas y se lo cumplieron. No sólo ellas quedaron encantadas con la sorpresa, los abuelitos fueron los más encantados, emocionados y felices con la reacción de sus adoradas nietas.
Sin duda, esta historia es un claro ejemplo de todo lo que puede hacer el gran amor que los abuelos tienen hacia sus nietos, y sólo queda agradecer a la vida por tenerlos.