Recuerda: “yo soy el adulto”
Cuando era niña era común escuchar: “tienes que obedecer a los adultos”; y pobre de ti si no lo hacías o “te portabas mal”, porque enseguida sentías la mirada intimidante que sólo significaba una cosa: llegando a casa estarías en problemas.
Ahora que tengo que criar a mi Naranxito, quiero romper este patrón y en lugar de decir: “yo soy el adulto y me escuchas”, prefiero pensar: “yo soy el adulto, así que debo escucharlo”.
¿Por qué quiero hacer eso?
Es muy sencillo, porque sé que como adulto tengo la madurez para ser paciente y esperar a que me escuche, ya que él apenas está aprendiendo a identificar lo que siente y no sabe cómo expresar sus emociones.
Mi tarea como adulto es hacer una pausa para entender por qué se está comportando de cierta manera, lo que espera o necesita; tengo que enseñarle cómo expresarse y hacerlo sentir acompañado en este proceso complicado para él.
Como adulto tengo la sabiduría para saber cómo me expreso con palabras, con emociones y con mi cuerpo, y también sé que mi hijo está aprendiendo de mí, yo soy su ejemplo y por instinto, él replicará lo que yo haga.
Además, soy capaz de tener autocontrol ante los obstáculos o situaciones que no siempre salen como uno espera.
Sí, soy el adulto que mi hijo necesita para criarlo respetuosamente, con límites firmes y claros, respetando su integridad y dejando a un lado la imposición, el miedo, las agresiones y las amenazas.
Soy el adulto que debe bajarse a su nivel, escucharlo y comprender lo que está pasando, hacerlo sentir seguro y darle mucho amor, para que en un futuro sea independiente y responsable.
Por último, como adulto debo trabajar mis expectativas como papá o mamá, ya que mi Naranxito es un ser aparte de mí; debe saber que lo amo incondicionalmente sea como sea y haga lo que haga.