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Mamá, si no puedes amamantar, no te culpes

Publicado: 31 de Julio 2018
Primeros meses
Foto IG: @eliana_montoya
Foto IG: @eliana_montoya

Cuando estaba embarazada una de mis más grandes preocupaciones era poder alimentar a mi bebé.

Tenía sueños recurrentes en donde no podía hacerlo y despertaba llorando por la angustia que sentía de ser la peor mamá si no lograba hacerlo.

En la semana 38 de mi embarazo, mi placenta estaba petrificándose y eso podía causar sufrimiento fetal, así que le hice caso a mi doctor y programamos una cesárea. Cuando nació mi bebé, no pudieron pegármela de inmediato, yo quería tenerla cuerpo a cuerpo y amamantarla de inmediato, pero por políticas del hospital, no se pudo.

Creo que pasó una hora cuando por fin pude tenerla en mis brazos y lo que hice inmediatamente fue llevarla a mi pecho, no tenía idea de nada, ella se pegó y comenzó a succionar, yo solo pensaba en que en ese momento la leche no iba a salir a chorros y que mientras la pegara todo iba a estar bien.

Lo único que me dijeron fue: “Si no llora es porque sí está saliendo algo”. Mi ginecólogo jamás me dijo nada sobre la lactancia y el pediatra que recibió a mi hija me dio un librito con consejos, información y posiciones, que aunque estaba muy completo, eso ya lo sabía de memoria pues desde que mis sueños me atormentaban no hacía nada más que leer al respecto.

Lo logré, después de dos días de un inmenso dolor por un mal agarre y tener los pechos tan congestionados que hasta bolitas me salieron, pude fluir con la lactancia, pero la verdad es que muchas veces me sentía a ciegas en todo esto.

Me sentía como pavorreal, de pronto era ‘la mamá pro lactancia’ que jamás le daría fórmula a su bebé, llegué a pecar de soberbia pensando que las que eligieron darla era por qué no habían sido valientes, eran ignorantes, que no habían querido y no había excusa para eso, pensaba, ¿cómo puedes rendirte tan rápido cuando se trata de alimentar a tu bebé con lo mejor?

Hasta que un día, tuve que hacerlo y todo mi panorama respecto a ello cambio. Por fortuna no tuvo nada que ver la salud de ambas, como en otros casos. Era un día de mucho trabajo, mi bebé estaba en la guardería y yo iba a darle una toma a la hora de la comida, pero ese día no pude ir.

Un día antes había tenido tanto trabajo que no pude sacarme las tomas suficientes para el día siguiente, y con las juntas que tenía no iba a poder ir a la guardería a amamantar a mi hija. Antes de salir de casa tuve que agarrar el bote de fórmula que me habían dado en el hospital solo “por si acaso” y el cual yo juraba jamás iba a usar.

Me sentí fatal, recuerdo que hasta lloré porque no había logrado la lactancia exclusiva, hasta que alguien me dijo: “Tranquila, no es como que le estés dejando un refresco o algo, sigue siendo alimento y está hecho para ellos, cuando estés en casa volverás a darle de tu leche, no seas tan dura contigo misma”.

Nuestros ritmos de vida no siempre son compatibles con todo lo que queremos hacer con nuestros hijos, la lactancia por ejemplo, cambia cuando regresamos a trabajar y si lo piensas bien, a veces estamos más veces con los extractores que con nuestros bebés.

Hay personas que no tienen opción y que por cuestiones de salud tienen que dejar de hacerlo, y no por eso son malas madres ni quieren menos a sus hijos.

Cuando esta situación te sobrepasa, qué estás tan enfocada en alimentar única y exclusivamente a tu hijo con tu leche y que para hacerlo tienes que estar día y noche sin parar entre un extractor y tu bebé, piensa si eso es lo que un bebé necesita, una madre agotada, agobiada.

La regla de oro en la maternidad es no juzgar a otras mamás, cada una tomamos decisiones respecto a lo que estamos viviendo, cada una tenemos situaciones distintas, pero todo lo que hacemos es pensando en el bien de nuestros hijos, no creo que ninguna mamá haya dejado la lactancia para darle una cerveza a su hijo, y tampoco creo que ese tipo de madres leyeran al respecto o compartieran con nosotras esta comunidad.

Mamá, si estás teniendo problemas con la lactancia, busca ayuda, no te voy a decir que lo dejes de inmediato, pero si tu situación no es por salud, antes de tomar una decisión al respecto busca a una asesora que pueda ayudarte.

Y si no tienes más opción que suplementar, no seas tan dura contigo misma, hiciste lo mejor que pudiste respecto al tema y lo más importante: Seguirás siendo la mejor madre para tu hijo.

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