A mi segundo hijo: Me gustaría tratarte igual que a tu hermano mayor. Pero no puedo.
Querido segundo hijo:
Me gustaría decirte que te trato igual que a tu hermano mayor. Pero no puedo. La verdad es que nunca te he tratado igual. Ustedes dos son increíblemente diferentes y tratarlos igual sería injusto. Sería ser una mala mamá.
Sería injusto no ver y reconocer su propia y única personalidad, sus propias y únicas necesidades, sus propios y únicos deseos, inquietudes o debilidades. Veo en quién te estás convirtiendo. Sé lo que tú necesitas y lo que a ti te hace bien. (-Por eso, si a veces te hago irte a la cama más temprano que a tu hermano, es porque sé cómo tú necesitas esas horas extras y quizás tu hermano no).
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Esa mañana que naciste, mi corazón se expandió para dejar espacio para ti. Y cada día qué pasa, me tomo mi tiempo y hago espacio para ver exactamente quién eres.
Cuando traté de imponer los ritmos y horarios que me funcionaron bien con tu hermano, tú me mostraste a tu manera que tú traías tus propios compases. Me tomé tiempo para descubrir que juegos te gustaban a ti, que quizás a tu hermano nunca le gustaron.
Y cada día hago un esfuerzo para escuchar lo que tú tienes que decir, a pesar de que tu hermano no deja mucho espacio para que nadie hable en esta casa más que él. Tú me enseñaste que se puede amar con la misma fuerza a dos personas de una manera distinta.
Lo sé. Es difícil ser el segundo hijo. Yo también fui una.
- Tienes que trabajar más duro ... para ser escuchado.
- Tienes que trabajar más duro ... para ser visto.
- Tienes que trabajar más duro ... para ser tú mismo.
Y cuando me olvido de verte, reacciono o respondo. Pero tú siempre me contestas con la mirada más benevolente. Porque sin querer has aprendido a ir con la corriente, a flotar, adaptarte y disfrutar del viaje.
Te confieso que a veces me quedo despierta por la noche y trato de medir el día. Pensando si hubo suficientes momentos para ti y sólo para ti. Solo para ti, espero cumplir esas necesidades que son solo tuyas. Sólo para ti, quiero asegurarme de que te sientas visto.
Tú, mi segundo hijo, tienes un lugar tan importante en nuestra familia. Tú eres quien redondea nuestro hogar de una forma que no podría haber imaginado antes que tú, y ahora no puedo imaginar sin ti.
No seríamos lo mismo sin ti. Y esa mitad especial de mi corazón solo puede ser ocupada por ti.
Quizás no te trato de la misma manera, pero soy la misma mamá para los dos, que los amo a ambos con la misma fuerza. Que los ve con la misma intensidad.